Mahdi sonrió. Agradecido con la pregunta, pues entonces tenía la total libertad de explayarse con las ideas banales (O así lo llamaban algunos) sobre lo que consideraba en la existencia misma.
Se quedó en silencio por unos segundos, tomando de su mentón conforme analizaba la pregunta.

—Las experiencias —Dijo convencido y asintiendo—, en la vida existen muchas cosas, pero experimentar ofrece tanto placer como dolor. Y las dos se necesitan para recordarnos que vivimos. Las experiencias también nos hacen crecer, aprender y nos vuelven mas sabios.

Dicho eso, centraba su atención a su viejo libro dónde anotaba las frases e historias de los hombres que ha conocido por el largo camino de la vida.

—Y algunas experiencias ajenas nos nutren y enseñan, también. Me parece que es lo que más disfruto de esta vida.

— Creo que tienes un poco de razon.

Desde que llego con aquel caballero, su olfato no habia podido percibir algo particular, aunque tampoco estuvo especialmente en sus planes ponerse a buscar algun inusual aroma, por lo cual no hubo mayor relevancia en ello, mas reconocio la agradable fragancia que podia producir el caballero delante suyo.
Volviendo a la relevancia, Kreiss dejaria la pala enterrada y se apartaria un poco de la misma para entonces mirar sus alrededores, sin un proposito concreto o siquiera algun presentimiento, unicamente el vago gusto de observar la naturaleza actuar por si misma.

— Digame, joven Mahdi... ¿Que es lo que mas le gusta de la vida?

Cuestiono entonces, regresando la vista al hombre de ojos ambar. Su pregunta no estaba mal intencionada, solo buscaba escuchar el punto de vista de alguien mas, no era especialmente devoto para recurrir a los dioses para un proposito a su vida, pero si era (+)

Olor era como azahar, algo muy común entre su gente. Usar flores o algunas otras esencias para perfumar su cuerpo ya estaba normalizado hace mucho tiempo atrás.

—Es importante conocer de todo un poco en tierras lejanas —Respondía con naturalidad y asintiendo a sus propias palabras—, sería un inconveniente que no supiera a dónde voy, y tampoco sería interesante no saber de qué hablar cuando conozco un lugar.

No sabía sí aquél hombre era algo más que solo una fachada de sepultero, o al menos así lo catalogada por tan distinguida pala. No levantaría sospechas, ignorando aquél plano sobrenatural que lo rodeaba. Las voces de los espíritus, lectura de aura o cualquier medio que reluciera su influencia paranormal.
“Quizá esté tratando de reconocer algo” pensó, esperando que sus brebajes funcionaran, Mahdi era consciente que no se puede caminar tan deliberadamente entre el mundo mortal, algunos tienen cierta sensibilidad a lo sobrenatural. Por eso se aplicaba brebajes a modo de perfume, aquellos eran útiles para despistar su olor a inframundo y opacar la verdadera forma de su energía, haciéndola ver tan normal como la de cualquier mortal. El olo

— Es un mal habito, la cargo casi siempre a donde voy.

Habria que reconocer lo incomodo que podia ser para el mismo llevar esa herramienta a todos lados, pero era un genuino mal habito ante su dedicacion a los trabajos que la requerian. Escucho el nombre de aquel hombre del medio oriente, inclinando sutilmente su cabeza hacia la izquierda, pudiendo apreciar un poco mas de aquella curiosidad que lo habian llevado en primer lugar a aquel encuentro en concreto.

— Mahdl, el gusto es mio... Usted, parece ser una persona bastante sabia si me permite decirlo.

Quizas se equivocaba o quizas no, al final no estaba en sus dones el absoluto conocimiento, pero tenia el presentimiento de que podria salir algo interesante de aquel encuentro.

—Que curioso, señor.

Musitando despacio, siguiéndolo en cada movimiento, el persa no se sobresaltaba ante aquellas acusaciones, de hecho su mirada era más de intriga que de alerta.

—Me preguntaba lo mismo cuando venía para acá, ¿Hay alguna razón para traer esa pala?

El persa se acomodó sus ropas, el candys denotaba su origen del medio oriente, y aunque llevaba algunas joyas algo llamativas, a base de oro, no parecía sentir que eso fuera algo distinto a muchos otros hombres de su región que para medir status acostumbraban tener artículos dorados.

—Mister Kreiss, es un gusto. Cómo mi apellido es difícil de pronunciar puede llamarme por mi nombre pila; Mahdi.

— Tienes un aspecto inusual... Incluso tú presencia luce extraña.

El palido hombre hizo acto de presencia frente aquel de brillantes ojos ambar. Su mirada se encontraba fija en el rostro de la persona a la cual hablaba en ese momento, perspicaz a cualquier minimo detalle que este pudiese percibir del ajeno.
Dejo escapar un pequeño suspiro y entonces golpearia el suelo con aquella desgastada pala que siempre cargaba consigo, provocando que esta se clavase en el suelo, exactamente a no mas de un metro de distancia de Kreiss pues apoyo ambas palmas en el mango de la misma herramienta.

— Disculpa mis modales, Jacob Kreiss... ¿Con quien tengo el gusto de hablar?

Preguntaria entonces, dejando aquel "analisis" de lado a fin de evitar incomodar con su presencia.