Se supone que no debería volver... -Es todo lo que musita. Siendo, quizá inconsciente del par de alas hechas de fuego, luz y energía vital, que sobresalen de su espalda, como algo tangible, e incorpóreo a la vez.- Que... -"Qué eres tú". Es algo que le parece grosero.- ¿Quién eres?
-Es como su las tinieblas se iluminasen. Después de haber sido sumergida entre las mismas. Entre la nada, sólo acompañada de lamentos, lamentos de aquellos a los que el deseo de volver les fue negado; y sólo permitieron el paso a ella...
No. Ella quemó a quienes impedían ése paso. "No se puede vencer a la muerte". Una y otra vez escuchó, durante su vida anterior, durante el tiempo en las tinieblas. ¿Por qué se había esforzado? Alguien cobarde que decidió dejar el caos que provocó. Que no quiso responsabilizarse de aquello que dejó sin un líder. ¿Por qué la retó? ¿Por rebeldía?
Entre aquello, vislumbra a lo lejos algo diferente. ¿Viajero? ¿Guardián? Lo averiguará tarde o temprano. Avanzando hacia él, la oscuridad dejaba de ser. Una luz que cada momento se hace más cegadora. No sabe de donde proviene, hasta que cae en cuenta que la acompaña. Como una espada contra las tinieblas, como un navío que no la deja volver a sumergirse
Los lamentos del alma son siempre escuchados, aún si las voces son incapaces de llegar al oído del hombre, habrá siempre uno. Sentado entre las tinieblas, dispuesto a compartir de su vasto tiempo. Tiempo que no puede negar. Las tinieblas son su limbo, entre el mundo de los vivos y muertos, siempre se encontrará sentado en una vieja silla de madera y en su mano colgará un farol con la luz de los infiernos, dispuesta a ahuyentar a los espíritus conflictivos, a su alrededor los libros de la humanidad apilados entre las eras conformando así su registro de las visitas a cada parte del mundo. El alma de un viajero condenado bajo el manto de una deidad. Madhi fue su nombre. El descendiente de un ya perdido linaje de nobles Persas cuales residían aún bajo las historias zoroástricas que los magos contaban.
-Hace años que había aprendido a manejar su, casi infinita aura de fuego infernal. Pero tan sólo para la destrucción. Es un arma, desde antes de su concepción se habían enfocado en crear un arma para un imperio.
Se había sentido orgullosa toda su vida, pero ahora... No sabe que pensar ahora. Simplemente, después de derrocar y liberar a Drachenzunge de algún tirano que aprendió a amar y admirar; necesita alejarse de ello. Cualquiera diría que es cobarde, de parte de un Rey el abandonar a su pueblo a su suerte. Y más cobarde aún, de un Rey Esparvus.
Y ahí estaba... de algún modo había vuelto de un lugar del que no debería volver, ¿y si su llama no sólo podría destruir? Desea averiguar que no. Para ello necesita estar lejos de los suyos. Llenos de ése odio y deseos de someter a otras razas, tan sólo pueden llenarle la cabeza de nociones destructivas para que sólo pueda ser eso... Necesita ser algo más...-
