Sus ojos estaban fijos enteramente sobre ella; una mirada que ciertamente esconde mil emociones dibujadas, todas y cada una como una tapadera para lo que detrás de sus intenciones se encuentra.
Es delicado, como una cobra ilusiona a su víctima antes de morderla.
En esos delicados pasajes, un poco de su lado menos hostil se hizo presente, mantuvo ese palpar hasta detenerse solo un instante y así agregar a sus palabras.
—Te dejare elegir, si ese es el caso. Encuentro fascinante que tú entendimiento de lugar a muchas posibilidades ¿Quieres algo que conoces, o prefieres descubrir algo nuevo?
—Qué alivio... —la oración fue cortada a la mitad cuando sintió sobre su coronilla esa especie de "mimo" que Alland le obsequió. Todavía se encontraba sorprendida de haber sido rescatada por alguien tan bueno y amable como él, por lo que el gesto la tomó desprevenida. Maëlie se quedó en blanco unos segundos, los suficientes para recordarse respirar antes de volver a hablar—. ¿P-Premiar?
Sabía lo que la palabra significaba, así que no pudo evitar emocionarse un tanto. Hacía años que no recibía un regalo o algún reconocimiento. Sin duda Alland había sido su salvación.
Un ligero estirar, un marcado aflojar. Debe ser cuidadoso si realmente quiere alcanzar lo que estaba buscando con ella... después de todo, las hadas son criaturas un tanto mas ajenas de los dioses y los humanos, su existencia se separa tanto de lo conocido por este, que le será lo suficiente entretenido, como para no desecharla tan fácilmente.
Sin embargo, debe saber como mantenerla cerca, pues espantarla podria causar que pierda todo su progreso.
-No me da problema responder tus preguntas-
Puso su diestra justamente sobre la cabeza ajena, su mano era lo suficientemente grande como para cubrirla, asi como tambien darle ligeras caricias sobre los cabellos, delicado, una suavidad que no es muy comun, mas eso es algo que ella no necesita saber.
-Pero fuiste bastante atenta en poner atencion, al menos antes de que tu inocencia tomase mas preocupacion. Te puedo premiar por eso.
—¿Eh? —rememoró la explicación de Alland, pero no pudo recordar que le dijera aquellas palabras. Posiblemente porque la imagen de las mujeres sufriendo en su cabeza la distrajeron del hecho de que no morían si tenían progenie— Ah, lo siento. Es un alivio entonces... Que no mueran.
Le sonrió levemente y bajó sus manos para hacer puños con la tela de su falda.
—Podríamos cambiar de tema si quieres. Creo que mi curiosidad ya fue saciada.
No tiene paciencia, mucho menos que eso, los últimos pedazos de la misma los está gastando precisamente con ella.
Haber tomado partido en "salvarla", la idea de encargarse de ella a su manera, estaban enredados en un pequeño planeamiento, o tal vez el simple gusto de ver hasta donde puede llevar los límites de otra criatura que no es humana.
Sin embargo, para llegar a eso, debe emular la amabilidad lo más posible, por más que fuese ciertamente falsa.
—Pero el nacimiento no siempre es el fin. ¿No pusiste atención cuando te explique el proceso?
—¡Sigue sonando doloroso! Nosotras las hadas nacemos de la energía condensada en objetos. Sólo hace falta que esta energía llegue a su punto más alto para que aparezcamos...
Se cubrió la cara con ambas manos y negó suavemente con la cabeza al volver a pensar en el acto de concepción. Le daba vergüenza a la par de curiosidad.
¿Sus razones para hacer tal explicación? Encontraba cierta gracia en un alma inocente, son distintas de las que han sufrido en demasía, más fáciles de tratar, de moldear. Quizás, podría ser el caso con ella.
—Las humanas sufren, al menos por un tiempo. Sin embargo, finalmente sienten un alivio celestial en cuanto la criatura viene al mundo.
