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ML1540047 · F
El arribo a la parisina cuidad trajo consigo un mar de emociones, emoción y sorpresa sobre todo, el poder reunirse con aquellos clanes, había despertado en la reina rusa un deseo de poder incontenible, tan grande como lo eran sus ganas de comerse al mundo, aún que no de forma figurativa.
La sed que la asediaba desde que hubiese consumido a su igual la estaba controlando totalmente, por lo que refugiada en la oscuridad de la noche salió a cazar, nada ostentoso, algunos transeúntes desprevenidos, pues pese a todo sabía que no estaba en casa y causar problemas a sus anfitriones no era algo que haría. La luz de luna le daba una vista privilegiada de aquellas calles, mostrando la belleza nocturna de la ciudad ante los ojos escarlata de la mujer que salió de su trance, solo para ver a su ahora interlocutor.
No es correcto tomar desprevenida a una dama, caballero Su francés estaba acompañando de aquel acento ruso que era difícil de ocultar, tanto como su interés por aquel
La sed que la asediaba desde que hubiese consumido a su igual la estaba controlando totalmente, por lo que refugiada en la oscuridad de la noche salió a cazar, nada ostentoso, algunos transeúntes desprevenidos, pues pese a todo sabía que no estaba en casa y causar problemas a sus anfitriones no era algo que haría. La luz de luna le daba una vista privilegiada de aquellas calles, mostrando la belleza nocturna de la ciudad ante los ojos escarlata de la mujer que salió de su trance, solo para ver a su ahora interlocutor.
No es correcto tomar desprevenida a una dama, caballero Su francés estaba acompañando de aquel acento ruso que era difícil de ocultar, tanto como su interés por aquel
ABs1582147 · M
La ciudad de madrugada podía traer muchas sorpresas, fuese un mar de ratas huyendo de un automóvil a velocidad, o una pareja demostrado su amor en un rincón sin esperar a morir bajo sus manos, o la figura escultural de una reina vampiro teñida de rojo, brillando bajo la luz de la luna como lo hacían sus ojos recién saciados de poder. Le arrancó una sonrisa, al igual que un brillo más intenso de su par de orbes doradas.
—Oh la la. —Acompañó la expresión con una risa ligera—. El tiempo que tengo sin interesarme en los museos de bellas artes lo ha recompensado con su presencia, madame.
—Oh la la. —Acompañó la expresión con una risa ligera—. El tiempo que tengo sin interesarme en los museos de bellas artes lo ha recompensado con su presencia, madame.
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