Ya ha caído la noche...

-Menciono en espera de que él la soltará, tal vez en otro tiempo no se habría inmutado con el contacto ajeno, ella siempre había estado presentable, pero ahora ella estaba sucia y su contacto, había ensuciado las ropas ajenas-

Debemos salir, se de un lugar donde podría haber algo de alimento.

Damon no había podido descansar en días desde que las razias comenzaran. Se la había pasado huyendo, ocultando y alimentando en la oscuridad cuando los grupos de buscadores eran lo suficientemente pequeños para poderlos enfrentar. Un búho se escuchó ulular a lo lejos, señal de que la noche finalmente había caído y lentamente, abrió los ojos para encontrarse con la mirada de la rubia que abrazaba.

-Humph. -se removió un poco, avergonzado de descubrir que el cuerpo de la mujer estaba acomodada sobre el suyo y él la abrazaba con firmeza-

- Había pasado tanto tiempo desde que había dormido con tanta tranquilidad, tuvo entonces que acomodarse entre los brazos ajenos, no tuvo tiempo para avergonzarse por su aspecto, el sueño la venció de inmediato. Ella sabía bien que ahí estarían en paz, nadie se atrevería ya entrar en aquel lugar, ya no había nadie a quien cazar ahí.

El día fue transcurriendo con ellos ajenos a las horas, fue hasta el momento en que el sol comenzó a ponerse que lentamente abrió los ojos, teniendo solo frente a ella el apasible rostro ajeno-

El día es para un vampiro, lo que la noche para un mortal. Dormía abrazando a la rubia, resguardándola de cualquier molestia que la estrecha tumba de piedra pudira provocar.

El lugar durante el día fue bastante silencioso. No hubieron visitantes inesperados y tampoco se escucharon presencias humanas a la redonda.

Pareciera que la búsqueda de los fugitivos hubiese terminado al amanecer.

Estaba por responder cuando aquella palabras le hicieron ponerse de pie, miró al varón mover la pesa loza de roca, para luego entrar, dudo un par de segundos para luego tomar su mano y entrar a su lado, a la espera de que él cerrará y quedarán resguardados hasta la llegada de la noche-

¿Usted? -luego guardó silencio. Era posible. Pronto, un gorrión se escuchó en las afueras del mauselo y esto alertó al rubio- Pronto amanecerá -se levantó del suelo y vio a su alrededor. No había un lugar donde resguardarse de la luz, solo el sepulcro de piedra que no dudó en descubrir. Estaba vacío pero dado todo lo que ocurrió en los últimos días, ya nada le sorprendía. Se metió al sepulcro y tendió la mano a Milenka- entre! Cabemos los dos! Vamos!

No lo se... desconozco quien ha tomado el lugar de mi familia en el Parlamento, pero estoy segura de que ellos han dado la orden de caza, lamento que esté en esta situación...es posible que yo haya aprobado su estadía aquí.

Aquella respuesta le trajo sospechas. Todas las familias de vampiros excepto una? -¿Qué familia? Tal vez esa familia esté detrás de la cacería. No puedo morir aquí. Ni siquiera mis hermanos saben dónde estoy.

Duvert...-Repitió buscando hacer memoria cuando el varón mencionó al consejo- yo... bueno, es una historia muy larga, no corrí con tanta suerte como usted. Se que han estado dando caza a todos en la zona, bueno solo una familia esta libre de esta persecución..

He tenido peores. -respondió con un bostezo, aunque no sintiera en sí el cansancio.-¿Qué ocurrió? Hasta hace unas semanas todo estaba en orden, el consejo me había permitido quedarme unas semanas en San Petersburgo, pero una madrugada, irrumpieron en la residencia donde descansaba. Escapé de pura suerte. ¿Qué te pasó a tí, Milenka?-