... de modo que fuera de su parte la mayoría del esfuerzo, sin levantar mucho la mano ajena y yendo él mismo a su encuentro. Un suave contacto, modesto, no muy corto pero tampoco fugaz, brindaron sus labios al dorso de la mano ajena aunque al hacerlo casi podía jurar que la caricia se la daba la piel de la joven a sus labios y no a la inversa. -Gracias por todo, Makoto. Buenas noches, ten un buen descanso y hasta pronto.- Susurró con los ojos cerrados mientras se erguía lentamente hasta su altura completa y dejaba que la mano ajena se deslizara entre sus dedos al dejarle libre. Con una ligera sonrisa, un pequeño calor albergado en sus mejillas y una última inclinación de la cabeza se despidió antes de darse la vuelta y emprender el camino, pues tenía mucho que preparar para el día siguiente con la esperanza de agregar otro par de recuerdos brillantes con ella, tales como el cálido que se llevaba de aquella misma tarde.