Y por suerte el muchacho no la "molestaba" como él imaginó en un principio.
— Mi nombre es Mamoru —un poco tarde, pero creía que ahora era oportuno presentarse, y necesario (de eso ya no habitaba ninguna duda)—. Chiba Mamoru —alargó una mano hacia su ajeno, en espera por otra presentación como respuesta y un cordial apretón de manos que sellara el encuentro.
