—Se ve te gusta el dinero al igual que a mi. — Dando el último trago a su vaso, pide otro pero con más vodka y menos menta, a la vez que su misión de ir reuniendo tanto dinero es porque quizás o solo quizás encuentre con quien despilfarrar su fortuna la cual rebasa la imaginación. Pero aventurarse no le vendría mal después de todo, esta en la tierra y en el mundo exterior solo hay combates y mucha muerte cada rato. — Vaya si que superaste mi expectativas eres....interesante. Quisiera gastar y gastar sólo en quien valga la pena y sea capaz de seguirme al infierno, literalmente hablando.

Eso es extraño, es por lo que la gran mayoría opta; una vida mejor rodeada de lujos. -Ahora sentía más curiosidad. ¿Para qué sería que utilizaría el dinero? ¿Un gran negocio? ¿Una búsqueda? Le interesaba saber.- Parece que doy la talla. ¿Eh? -Y puso los ojos en blanco entretanto esbozaba una sonrisa con cierto descaro. No esperó una respuesta agradable por parte del contrario y se llevó la copa a los labios. Ni se le pasó por la cabeza si quiera aventurarse y continuar con sus "juegos", no era él aquel tipo de persona. Por tanto, no dejaba de sonar espontánea con todo lo que decía.- Yo también quiero dinero, ¿sabes? Mi meta son unas cifras más allá de un atraco millonario.

— Escuchando atento aquellas palabras. Se mantiene impecable, achicando los ojos, sus sienes mostrando tensión, mostrando a su vez pose de cordura y auto control. — La verdad no me interesan los autos, ni gastar dinero en una casa, además una esposa de plástico ? No me gustan sumisas, si tienen carácter para decidir lo que ellas quieren es mejor. Que tengan voluntad. — Atento a cualquier movimiento, cuida de que mientras ingiere su bebida su acompañante no se le ocurra tocar sus amados revólveres. —

El narcisismo no es lo mío. Pero sí, no soy una mujer del todo ordinaria. Te sorprendería. -Entrecerró los ojos, afilando la mirada. ¿Lograría ver algo? Hizo un ademán de dar un paso, pero se lo pensó dos veces. No quería saborear el frío metálico de las pistolas, no al menos todavía.- Ahora que me lo pregunto. ¿Qué es lo que piensas hacer cuando tengas el suficiente dinero? ¿Optarás por la típica mansión, coche bonito y esposa de plástico? -Hoy en día, eran la clase de cosas que se podrían tener a mano, si se poseía el capital suficiente, claro estaba.-

— Una leve carcajada se logra escuchar tras el comentario que le hizo cierta señorita a su oficio. Este alza su vaso y brinda por aquel encuentro donde la música entremezclada con alcohol y humo de cigarros dan un tono un tanto noir. — Se ve conoces la cruel verdad de este mundo, al parecer no eres una mujer ordinaria verdad. — Aflojando un poco la máscara, le da un trago a su vaso y analiza la situación deseando que su acompañante llegue al grano de la situación pues se ve algo desea de él, siempre y cuando le deje un beneficio propio. —

Un ángel caído con pistolas. Muy original. -Hoy sería un día cuyos "tiros" se enfocarían en algo simple. Como un Martini, aquella famosa mezcla de Ginebra, Vermouth Dry y alguna pequeña rodaja de limón, para darle sabor. Llegado así su aperitivo, se tomó un instante para contemplar la belleza de la bebida a la vista, pero poco se detendría en los detalles. Dio el primer trago.- Mhm. Bien. Creo que tengo bien sabido ese testamento sobre la crudeza de la realidad. Por eso sólo los que saben adaptarse son los que sobreviven y sacan beneficio de ello. -Alzó a la altura de sus ojos la copa, un brindis en honor a aquellas palabras y de lo afortunados que eran.-

— Yo soy un ángel caído. — dijo a modo de mofa, mientras va con su acompañante a pedir un trago. Un mint julep. ( bebida sureña con whisky, menta, azúcar y agua mineral. ) a la vez que espera con paciencia a ver que pedirá dicha mujer. — Nunca sabemos con quien podemos toparnos, más vale ser precavido no lo crees, estamos en un mundo cada día más vertiginoso y violento.

Los hombres no son precisamente angelitos. ¿O me equivoco? -Ya podía oler el aroma al alcohol, a semejante deleite que le esperaba al otro lado de la barra. No esperó a colocarse a su lado, cruzada de brazos y con un gesto inquisitivo. Y vaya que si la conversación se tornaba interesante.- Vaya, ¿ahora quieres negociar? Debiste haberlo dicho antes de desenfundar la artillería pesada. -Bromeó.- Muy bien, cowboy, negociemos.

— Eso lo sé, las mujeres son hijas del infierno, pero se siente tan bien. — Analizando con claridad las palabras de dicha mujer, sabe lo que quiere pero al ser él un mercenario y un pistolero excepcional no dará el primer paso ni dará el brazo a torcer. Como tal al estar ya en dicho bar, pide unos tragos porque no piensa beber babas de nadie y menos sobras. — Creo que deberíamos de hacer negocios no lo cree señorita.

Eso deja posibilidad, pero no seré la que de el paso... bueno, siempre puedes compartir algo de vino sobrante de tus otras citas. ¿Eh? -No pierde la posibilidad de poder consumir algo de calidad gratis. Con la ironía en su tono, que con maestría ya dominaba, extendió sus brazos a los lados.- ¡Ni te imaginas lo que te perderías! Las mujeres son mundos distintos.