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propios brazos, enterrando las yemas de los dedos en el material de su uniforme. Ansiaba liberarse como fuera.
—Me sigues hablando de estas cosas, de la superioridad de nuestra especie, nuestros privilegios. Pero solo así lo ven unos pocos. La verdad es que no sé qué pensar, con sus miradas y la tuya. No lo soporto, y sé que me arrepentiré después.
Lo estaba mirando de reojo, por encima del hombro. Sus labios se fruncían, aguardando por una respuesta, temiéndose otra reprimenda por dejar salir el fuego que bullía dentro. Era eso; como un dragón enajenado.
—Me sigues hablando de estas cosas, de la superioridad de nuestra especie, nuestros privilegios. Pero solo así lo ven unos pocos. La verdad es que no sé qué pensar, con sus miradas y la tuya. No lo soporto, y sé que me arrepentiré después.
Lo estaba mirando de reojo, por encima del hombro. Sus labios se fruncían, aguardando por una respuesta, temiéndose otra reprimenda por dejar salir el fuego que bullía dentro. Era eso; como un dragón enajenado.
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