« Back to Album · Next »
Newest First | Oldest First
M1577915 · M
[...] ...aunque aquella no fuera mas que una —muy— diminuta muestra de su poder.
— ¿Acaso piensas que Charles tiene razón? ¿Que humanos y mutantes pueden coexistir en un delicado equilibrio? —inquirió con sorna, porque era un debate viejo, un tema cansino—. No serás tan ingenua para como para creerlo. Mis hijos se han mezclado entre ellos, ¡se han apareado con ellos! ¡Les han hecho creer que ellos mismos creen en eso! ¿Y sabes por qué? Creo que sí lo sabes, querida, vamos —su puño se abrió, para alcanzar uno de esos mechones de rizado y abundante cabello cobrizo, que no hacía mas que recordarle a su difunta esposa y madre natural de sus mellizos; a su amada Magda. Y gracias a ese recuerdo fue que pudo aplacar su ira, mientras los mechones se resbalaban entre sus enguantados dedos—. No eres mas que un arma para ellos. Un arma desechable. Algún día te pondrán en contra de tu propia gente, y el día que todo esté en tu contra, te darán la espalda. Piensa en todo lo que has vivido.
— ¿Acaso piensas que Charles tiene razón? ¿Que humanos y mutantes pueden coexistir en un delicado equilibrio? —inquirió con sorna, porque era un debate viejo, un tema cansino—. No serás tan ingenua para como para creerlo. Mis hijos se han mezclado entre ellos, ¡se han apareado con ellos! ¡Les han hecho creer que ellos mismos creen en eso! ¿Y sabes por qué? Creo que sí lo sabes, querida, vamos —su puño se abrió, para alcanzar uno de esos mechones de rizado y abundante cabello cobrizo, que no hacía mas que recordarle a su difunta esposa y madre natural de sus mellizos; a su amada Magda. Y gracias a ese recuerdo fue que pudo aplacar su ira, mientras los mechones se resbalaban entre sus enguantados dedos—. No eres mas que un arma para ellos. Un arma desechable. Algún día te pondrán en contra de tu propia gente, y el día que todo esté en tu contra, te darán la espalda. Piensa en todo lo que has vivido.
M1577915 · M
[...]
— No sólo compartíamos una ideología, sino un pasado en el que fuimos perseguidos y acosados. De haber podido, Wanda, te habrían arrojado a una hoguera y hasta la fecha seguirían durmiendo tranquilos, pensando que hicieron lo correcto —su puño se cerraba mientras iba levantando el brazo derecho—. ¿Qué piensas ahora, hija mía? —por un momento cerró los ojos, permitiéndose sentir su propia sangre fluir por su cuerpo; cada partícula de poder que no sólo lo alteraba a él mismo, sino que ya sentía cómo empezaba a manifestarse en la tierra. A cientos de kilómetros por debajo de ellos, la gente de los alrededores comenzaba a alterarse cuando la tierra comenzó a remecer a sus asquerosos pies.
Magneto sonrió a medio labio, disfrutando del caos sin mirar abajo.
— La cacería de brujas no ha terminado —y desde su altura, podía escuchar los efectos de la tierra, podía escuchar un sonido que venía de ella, un sonido similar a muchas trompetas anunciando el fin... [...]
— No sólo compartíamos una ideología, sino un pasado en el que fuimos perseguidos y acosados. De haber podido, Wanda, te habrían arrojado a una hoguera y hasta la fecha seguirían durmiendo tranquilos, pensando que hicieron lo correcto —su puño se cerraba mientras iba levantando el brazo derecho—. ¿Qué piensas ahora, hija mía? —por un momento cerró los ojos, permitiéndose sentir su propia sangre fluir por su cuerpo; cada partícula de poder que no sólo lo alteraba a él mismo, sino que ya sentía cómo empezaba a manifestarse en la tierra. A cientos de kilómetros por debajo de ellos, la gente de los alrededores comenzaba a alterarse cuando la tierra comenzó a remecer a sus asquerosos pies.
Magneto sonrió a medio labio, disfrutando del caos sin mirar abajo.
— La cacería de brujas no ha terminado —y desde su altura, podía escuchar los efectos de la tierra, podía escuchar un sonido que venía de ella, un sonido similar a muchas trompetas anunciando el fin... [...]
M1577915 · M
— No quiero que el mundo vea tu debilidad —dijo, más bien como si estuviera corrigiendo la manera de decirlo antes. A cada segundo iba disminuyendo la velocidad de su vuelo, confiando en que la Bruja le seguiría el paso. Terminó por frenar en seco y tomó aliento.
Colocó ambas manos a la altura de su espalda baja, como hacían los militares. Un instante después, su casco se desprendía de su cabeza, dejando a la vista una cabellera ligeramente larga, plateada y brillante como el mercurio. Y como si tuviera vida propia, el casco se posicionó a su derecha, manteniéndose firme en el aire al lado de su cabeza mientras se giraba sobre su propio eje, hasta encarar a la menor.
— Wanda —la nombró, no con la severidad con la que el amo reprende a su perro, sino como un padre a su hija—, luchamos juntos Pietro, tú y yo por mucho tiempo. Ustedes ya eran mis muchachos, eran mi orgullo, sin saber aún que mi sangre corría por sus venas. [...]
Colocó ambas manos a la altura de su espalda baja, como hacían los militares. Un instante después, su casco se desprendía de su cabeza, dejando a la vista una cabellera ligeramente larga, plateada y brillante como el mercurio. Y como si tuviera vida propia, el casco se posicionó a su derecha, manteniéndose firme en el aire al lado de su cabeza mientras se giraba sobre su propio eje, hasta encarar a la menor.
— Wanda —la nombró, no con la severidad con la que el amo reprende a su perro, sino como un padre a su hija—, luchamos juntos Pietro, tú y yo por mucho tiempo. Ustedes ya eran mis muchachos, eran mi orgullo, sin saber aún que mi sangre corría por sus venas. [...]
propios brazos, enterrando las yemas de los dedos en el material de su uniforme. Ansiaba liberarse como fuera.
—Me sigues hablando de estas cosas, de la superioridad de nuestra especie, nuestros privilegios. Pero solo así lo ven unos pocos. La verdad es que no sé qué pensar, con sus miradas y la tuya. No lo soporto, y sé que me arrepentiré después.
Lo estaba mirando de reojo, por encima del hombro. Sus labios se fruncían, aguardando por una respuesta, temiéndose otra reprimenda por dejar salir el fuego que bullía dentro. Era eso; como un dragón enajenado.
—Me sigues hablando de estas cosas, de la superioridad de nuestra especie, nuestros privilegios. Pero solo así lo ven unos pocos. La verdad es que no sé qué pensar, con sus miradas y la tuya. No lo soporto, y sé que me arrepentiré después.
Lo estaba mirando de reojo, por encima del hombro. Sus labios se fruncían, aguardando por una respuesta, temiéndose otra reprimenda por dejar salir el fuego que bullía dentro. Era eso; como un dragón enajenado.
Lo sé, lo sé.
En ese momento quiso silenciarlo. De cierta manera era débil, se hacía ver en su actuar, en su compromiso que dejaba que desear en la práctica. Eran muchas cosas que colisionaban unas con otras, lo que generaba frustración en ella, y de ésta florecía rabia e ira que comprimía. No quería admitir que, en algún confín de su mente, una vocecilla silente le decía que parase lo que estaba haciendo, que esto no valía la pena. Que le dolería a ella de la misma manera que lo haría a los de abajo.
Sus fosas nasales se dilataron titilantes. Resopló, desviando su atención con brusquedad, yendo y retornando a su posición. Su cuerpo se desenvolvía con tensión, la electricidad de la magia del Caos ondeando en su aliento alimentada por el escarmiento. Se preguntaba por qué vacilaba tanto, cuando la solución se reducía a una simpleza.
—Pero no soy un monstruo. Y me tratan como uno. Como a ti, a todos nosotros. Quizás sea cierto, no lo sé.
Se arropó en sus [...]
En ese momento quiso silenciarlo. De cierta manera era débil, se hacía ver en su actuar, en su compromiso que dejaba que desear en la práctica. Eran muchas cosas que colisionaban unas con otras, lo que generaba frustración en ella, y de ésta florecía rabia e ira que comprimía. No quería admitir que, en algún confín de su mente, una vocecilla silente le decía que parase lo que estaba haciendo, que esto no valía la pena. Que le dolería a ella de la misma manera que lo haría a los de abajo.
Sus fosas nasales se dilataron titilantes. Resopló, desviando su atención con brusquedad, yendo y retornando a su posición. Su cuerpo se desenvolvía con tensión, la electricidad de la magia del Caos ondeando en su aliento alimentada por el escarmiento. Se preguntaba por qué vacilaba tanto, cuando la solución se reducía a una simpleza.
—Pero no soy un monstruo. Y me tratan como uno. Como a ti, a todos nosotros. Quizás sea cierto, no lo sé.
Se arropó en sus [...]
M1577915 · M
[...] en cuanto se encontraba en presencia de su padre; a sus ojos era una niña inocente e indefensa, que sólo buscaba su aprobación para hallar un lugar en el mundo. Si tan sólo la vieran con esos ojos...
– No quiero que el mundo vea tu nobleza, Wanda –desaceleró un poco, a fin de que su voz fuese más sonora que su espesa capa ondeando con violencia detrás de él–. ¿Eso te acompleja? ¿Que piensen que eres mala? Mira lo que estamos haciendo. Mira dónde estamos nosotros y ¡mira dónde están ellos! –surcaban los cielos a miles de kilómetros del radar del homo-sapiens, sólo para recordarles a los que –desde aquella perspectiva– no eran más que las hormigas y ellos eran superiores–. Agradece que te temen. Este es el verdadero poder.
No era que hubiese hecho caso omiso a la respuesta que la castaña le dio, pero debían ir paso por paso hacia donde debían llegar.
– No quiero que el mundo vea tu nobleza, Wanda –desaceleró un poco, a fin de que su voz fuese más sonora que su espesa capa ondeando con violencia detrás de él–. ¿Eso te acompleja? ¿Que piensen que eres mala? Mira lo que estamos haciendo. Mira dónde estamos nosotros y ¡mira dónde están ellos! –surcaban los cielos a miles de kilómetros del radar del homo-sapiens, sólo para recordarles a los que –desde aquella perspectiva– no eran más que las hormigas y ellos eran superiores–. Agradece que te temen. Este es el verdadero poder.
No era que hubiese hecho caso omiso a la respuesta que la castaña le dio, pero debían ir paso por paso hacia donde debían llegar.
M1577915 · M
De vez en cuando la miraba de soslayo, no sólo para asegurarse de que le siguiera el paso. Se decía entre mutantes y homo-sapiens que el Maestro del Magnetismo también poseía el don de la telepatía, y aún cuando estuviesen errados, había algo de verdad en ello. Erik Lehnsherr era un prodigio, un hombre observador y de mente veloz. No se le escapaba ningún detalle a la hora de las lecturas corporales, y para ello Wanda era un libro abierto.
La Bruja Escarlata era temida en el mundo de los mutantes, por obvias razones. Si los humanos no ignorasen el alcance y la letalidad de sus poderes, implorarían a toda costa su ejecución, sobre todo si llegaran a dar con la inquebrantable y perpetua relación entre ambos mutantes.
Si todos pudieran verla con los ojos de Magnus, querrían protegerla a toda costa. Aún cuando volaba y de ella brotaban los vestigios color escarlata de su increíble poder, hallaba la debilidad en sus ojos, en la torpeza con la que sus nervios la obligaban a actuar [..
La Bruja Escarlata era temida en el mundo de los mutantes, por obvias razones. Si los humanos no ignorasen el alcance y la letalidad de sus poderes, implorarían a toda costa su ejecución, sobre todo si llegaran a dar con la inquebrantable y perpetua relación entre ambos mutantes.
Si todos pudieran verla con los ojos de Magnus, querrían protegerla a toda costa. Aún cuando volaba y de ella brotaban los vestigios color escarlata de su increíble poder, hallaba la debilidad en sus ojos, en la torpeza con la que sus nervios la obligaban a actuar [..
solo Wanda podía alcanzar por mérito propio. Pero para ella nada remoto a eso lo contemplaba. Eran los sortilegios de un potencial que no se detonaba hasta que la calamidad le conquistaba.
Wanda se mordió el labio, en un intento de hacer lo mismo con su orgullo y no delatarse. No quería decepcionar a su padre, esto la perdería incluso con su amor asegurado, porque la incertidumbre estaba presente en absolutamente todo lo que ella conocía. No había nada que la encadenase a algo similar a una seguridad en sí misma.
—He estado observando movimientos, estudiando. Nadie parece olerse nada, o al menos, así lo he sentido.— Sin mirarlo a los ojos, sus dedos se perdían entre la frondosidad de aquella melena, cerrándose sobre la palma y con disimulo hincaba las uñas sobre la piel. Casi podía sentirse perderse de nuevo, si tan solo aquello pudiera procesarlo como un sueño, y nada más que eso.
Wanda se mordió el labio, en un intento de hacer lo mismo con su orgullo y no delatarse. No quería decepcionar a su padre, esto la perdería incluso con su amor asegurado, porque la incertidumbre estaba presente en absolutamente todo lo que ella conocía. No había nada que la encadenase a algo similar a una seguridad en sí misma.
—He estado observando movimientos, estudiando. Nadie parece olerse nada, o al menos, así lo he sentido.— Sin mirarlo a los ojos, sus dedos se perdían entre la frondosidad de aquella melena, cerrándose sobre la palma y con disimulo hincaba las uñas sobre la piel. Casi podía sentirse perderse de nuevo, si tan solo aquello pudiera procesarlo como un sueño, y nada más que eso.
Asintió sin un ápice de duda. Jamás surgía esa perspectiva hasta que el mayor siempre era el primero en mencionarla. No se permitía ser técnica o quisquillosa en tiempos en los que la mente le caía como un yunque sobre sus hombros y se disociaba. Se había tornado una realidad más habitual de lo que ya tendía a ser. De verse estudiando en la cabaña de la montaña Wundagore, y que ni siquiera la esencia de su hogar natal surtiese efecto en su condición anímica. Otra etapa de pasividad por su parte podía ser objeto de sospecha, y conociéndola, previsible.
Se suponía que la fogosidad de los planes de su padre había de ser mutua para ellos, para la familia, después de todo era por su bien, y el del resto. Pero no había nada. Solo las garras del vacío trepándole desde el subconsciente, y en consecuencia que su identidad se fragmentase durante sus estados de trance en el errar de los límites de su poder. Agatha se impedía de ser partícipe, siendo que consideraba un avance que [...]
Se suponía que la fogosidad de los planes de su padre había de ser mutua para ellos, para la familia, después de todo era por su bien, y el del resto. Pero no había nada. Solo las garras del vacío trepándole desde el subconsciente, y en consecuencia que su identidad se fragmentase durante sus estados de trance en el errar de los límites de su poder. Agatha se impedía de ser partícipe, siendo que consideraba un avance que [...]
Add a comment...