[code]—Me sorprende, de verdad, tu memoria. — La trajo en él, sobre la borrachera y todos los compañeros que no paraban de adularla. Inicio un rascar nervioso ante su nuca evitando la impaciencia solo para lanzarle las llaves del coche. Puede que fuese la niña que una vez odio, mas sabía que podía considerarla como “persona de confianza” en estas situaciones. —Si le pasa algo, te mato. — Sin embargo, un aviso nunca venia mal; de todas formas, no es como si fuese tan importante pera él. Un juego, mejor dicho, cerró el libro y lo lanzó a la izquierda en respuesta. —Conmuéveme, nunca me han dado un “aventón”. [/code]

Hablar de su familia siempre le creaba disgusto, de hecho desde que terminó su primer año de secundaria parecía no tener una; pero amargarse la noche por conflictos internos no estaba en sus planes, por eso el cambio de tema que Xavier usó le resultó conveniente. — Tú y yo no sé cuántas cosas tengamos en común, pero…— Pausó para pensar y acomodarse apropiadamente.— ¿Tienes auto?, ¿en qué llegaste? — Poseía un par de ideas, pero todo estaba fuera de la ciudad, o simplemente muy lejos. Aunque no contaba con un “plan” en concreto.

[code]—Tampoco pareces la más indicada para reflexionar sobre la "diversión". — Hablando sobre el alcohol, claro. Recargó entre la mesa aquel hombro aún malogrado de su anterior golpiza, e incitó al ventanal sobre su habitación con una mirada perpetúa, muy distante pero concentrada a sus palabras. Desde ese entonces, o al menos ahora, no tenía ni la más mínima idea de lo que era su familia para ella. Culparse era imposible, igual, este siempre la odio desde el primer día de su encuentro pasado. Ahora... Simplemente calló. Unos segundos, antes de abrir de nuevo. —¿Por qué no me enseñas? A divertirse, digo. — No era muy común ver a Xavier preguntar por ello. —Tal vez pueda ser... entretenido.[/code]

—¡No apesto a alcohol! Bebí ayer, hoy no he tomado nada.— Negaba segura, sin percatarse de que su olfato era el culpable por haberse acostumbrado temporalmente a ese aroma en particular. Por otro lado, le fastidiaron ambas preguntas. ¿Planeaba hacerla sentir mal? Porque si era así, lo había conseguido. Mei mordió su labio inferior con enfado y resopló.— Pfft, no sabes divertirte, ¿Verdad? Y bueno, mis padres; mi madre está enferma, y mi padre no sé en que anda, así que lo ignoro, es todo lo que necesitas saber. —

[code]—Apestas a alcohol. — Justo antes de aquel evento, Xavier había tenido que esperar sus minutos afuera de la casa de amigos de la mujer con tal de “obligarla” a revivir el proyecto cercano a la fecha de recogida. Desde el momento en que se reencontraron en la Universidad, como los momentos consiguientes a ellos, las coincidencias en el mundo siempre lo pusieron en el mismo camino por alguna razón. No sabía si era el mundo jugándole un juego, o simplemente los dioses extendiendo sus risas. —¿Esto es enserio…? — Susurró y cruzó los brazos, en memoria. ¿Qué había cambiado de esa niña que conoció en su infancia? Algo estaba, ido; al menos así lo sentía. —No he visto a tus padres en hace mucho. [/code]

—¿Ah, sí?— No se sentía intimidada por las miradas, de hecho la suya estaba bien puesta en Xavier, sin recato alguno. Meiko después arqueó una ceja, intentando hacer memoria en vano. ¿Podía deberse a una de esas lagunas mentales que le daban cuando tomaba mucho alcohol?— Bueno, ahora mismo no me siento con ánimos de seguir estudiando.— Admitió reclinándose en la silla, extendiendo los brazos para desperezarse.

[code]—... — Miradas puntuales seguidas de un esperar, o incómodo para algunos, o confuso para otros. Parpadeó una y otra vez a su distancia, antes de sus suspirar devuelto al mundo real. —Proyectos entre carreras, nos tocó de equipo Meiko. — Eventos donde dos carreras, unían su intelecto para formar algún objetivo. Al estar ahora en los finales del primer parcial, hoy les tocaba juntarse a los de sus facultades. Después de todo, "era necesario un poco conocimiento de otras facultades." —¿Ya olvidaste todo? [/code]

—Mmh sí, bueno es que…— Era impropio de Meiko llevar gente a su casa. Y ahora lo tenía a él; su “enemigo” de la secundaria, sentado al lado, mostrando amabilidad, vaya sinsentido.— ¿Por qué me estás ayudando? Ni siquiera estudias lo mismo que yo.