—¿M-Moo? —la miró extrañada pero tomó su mano con absoluta confianza, sin embargo, en cuanto Marise empezó a conducirla a su casa Moona tiró suavemente de ella— Mo. Mo —no era ese el camino por el que llegó. No era el camino que podría regresarla a casa. Prácticamente había olvidado el problema principal, pero a la bovina le daba miedo que su amo se molestara si no la veía cerca. Tenía que volver a casa.