Al llegar a la puerta del automóvil la abrió en un caballeroso gesto esperando a que la rubia tomara asiento. De haberse tratado de cualquier otra chica, este se hubiera subido y le hubiera azotado la puerta en la cara con desdén, pero Minako no era cualquier chica. – Anochecerá si sigues demorando. – La molesto un poco, intento no sonreír al verla, pero le fue inevitable.


Existían una infinidad de mujeres en aquel planeta azul, todas tenían estrellas estelares, algunas más brillantes que otras, pero el único brillo que lo había logrado interesar fue el de dicha humana, tenía cierto encanto para conseguir lo que quería, y aunque había demorado finalmente había conseguido incluso que él cediera ante cualquier capricho que tenía. Trataba de no hacerlo notar, pero incluso los medios y las fans notaban lo cerca que dejaba estar a Minako.