31-35, F
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LeonardBeauregard · 31-35, M
-Vamos, Leonard, llegaremos tarde al baile
Caminaban apenas fuera de la casa de aquel varón, cigarrillo en mano, traje a raya, moño de gala, incluso el cabello rubio y rebelde del heredero de Versalles iba empastado hacia atrás con la grenetina o gel que usaban en esa época, reía, obviamente era el más risueño de todos y, como no serlo, tenía lo que deseaba y más de lo que podía necesitar, salvo por su pequeña enfermedad y la muerte de su hermana él era el mejor partido en aquella Francia de 1795.
—Venga Charles, no creo que alguien pueda empezar una fiesta sin ambos, no seas marica. Esa chica rusa tardó más de lo esperado, fue todo.
Se divertía, tenía veintitrés años recién cumplidos y, acababa de volver de altamar. Subieron al carruaje y siguieron hablando, riendo, teniendo las expectativas altas de esa noche, mínimo bailar con todas las chicas y terminar desvistiendo a alguna. Al llegar lo primero que hizo, después de quitarse el sombrero fue tomar una copa, guardando su mano pulcra y perfecta en el bolsillo de su saco, sacando el reloj de cuerda y sonrió, bebiendo un poco de vino mientras cerraba el reloj y se separó de su amigo, "disculpándose" de él argumentando «Visitas diplomáticas» y salió hasta el salón principal, tomando en la entrada el antifaz y colocándolo en su perfecta y afeitada faz antes de entrar, observando el baile de ese momento con pereza, ¿donde estaba Diane? Su juguete personal debía minimo servirle en aquella ocasión, se recargó en una columna de mármol y siguió observando esperando para ver que "lady" llamaba su atención. Le irritaba perder el tiempo, nunca sabía cuando aquel dragón podría llevarle lejos de ahí, a esos sitios tan raros y nuevos. Modernos.
Caminaban apenas fuera de la casa de aquel varón, cigarrillo en mano, traje a raya, moño de gala, incluso el cabello rubio y rebelde del heredero de Versalles iba empastado hacia atrás con la grenetina o gel que usaban en esa época, reía, obviamente era el más risueño de todos y, como no serlo, tenía lo que deseaba y más de lo que podía necesitar, salvo por su pequeña enfermedad y la muerte de su hermana él era el mejor partido en aquella Francia de 1795.
—Venga Charles, no creo que alguien pueda empezar una fiesta sin ambos, no seas marica. Esa chica rusa tardó más de lo esperado, fue todo.
Se divertía, tenía veintitrés años recién cumplidos y, acababa de volver de altamar. Subieron al carruaje y siguieron hablando, riendo, teniendo las expectativas altas de esa noche, mínimo bailar con todas las chicas y terminar desvistiendo a alguna. Al llegar lo primero que hizo, después de quitarse el sombrero fue tomar una copa, guardando su mano pulcra y perfecta en el bolsillo de su saco, sacando el reloj de cuerda y sonrió, bebiendo un poco de vino mientras cerraba el reloj y se separó de su amigo, "disculpándose" de él argumentando «Visitas diplomáticas» y salió hasta el salón principal, tomando en la entrada el antifaz y colocándolo en su perfecta y afeitada faz antes de entrar, observando el baile de ese momento con pereza, ¿donde estaba Diane? Su juguete personal debía minimo servirle en aquella ocasión, se recargó en una columna de mármol y siguió observando esperando para ver que "lady" llamaba su atención. Le irritaba perder el tiempo, nunca sabía cuando aquel dragón podría llevarle lejos de ahí, a esos sitios tan raros y nuevos. Modernos.