Se acercó al peinador lentamente colocándose tras ella apoyando sus manos en sus hombros, miró el reflejo de la mayor en el espejo y sonrió ladina, no podía forzarla a hablar si no lo deseaba, era cuestión de tiempo, entendía el proceso por el que estaba pasando. — Nunca es suficiente. — Y era verdad, para la diosa ya nada sería suficiente. Apoyó su cabeza sobre la ajena dando un suave masaje con sus manos. — Salgamos a comer algo delicioso o podemos ordenar comida y quedarnos aquí todo el día sin hacer nada. Hoy Lady Eris tiene asuntos importantes que atender y la arena permanecerá cerrada. El día es nuestro. -
—¿Ah?— Sentada frente al espejo de aquella habitación que compartía con ella, la voz de Jiin la sacó de sus pensamientos, se giró hacia ella, apoyando el antebrazo sobre el peinador. —Pensaba que tienes demasiado maquillaje. Seguramente ni siquiera lo usas todo.— Mintió. Desde aquél día en el que había aceptado sobre sus hombros la responsabilidad de una magia que no lograba comprender, su ya de por si caótica mente se agitaba más que de costumbre.
