Le recordaba a su infancia, divertirse con cosas simples, la lluvia, pequeños animales. Le emocionaba ser parte del consejo pero no sabía lo que Arya y Fausto le habían dicho exactamente, prácticamente era arrebatarle su vida tal y como la familia lo había hecho con Fausto, Leah y Shionne. — No está mal, pero si alguien te ve haciendo eso no creerá que eres capaz de tomar decisiones. — apoyó su diario en la mesa y observo detenidamente a Lyanna. — El consejo debe ser fuerte, firme y jamás dudar, así mismo nunca dejarnos llevar por los ideales de las personas que amamos. La opinión de cada miembro debe ser individual.

Shonne estaba demasiado seria, de por si nunca la veía sonreír, ahora la notaba incluso angustiada. Suspiró y decidió no dar más problemas, asintió, siguiéndola, y bastante derecha se sentó en la silla que estaba junto a ella. —Lo siento...— Dijo en voz baja, sus orejas se agacharon hacia atrás. —¿Está mal que juegue con ranas? Puedo dejar de hacerlo si me lo pides.— Aunque se veía decepcionada, no hacía mucho dejó de ser una cachorra y jugar así aún le causaba dicha.

Era evidente que tendría mucho trabajo por hacer, Lyanna era sumamente inquieta, controlarla resultaba ser un verdadero reto. — Lyanna, tenemos que hablar seriamente. — Una vez se reincorporo se dirigió hacia una mesa de té que se encontraba ahí mismo, en ese enorme jardín. Con un movimiento de su cabeza le pidió que le siguiera. — Vienen tiempos difíciles Ly y necesito que tomes con seriedad tu lugar en el consejo.

Gruñó al sentir la rana sobre su cabeza, más concentrada en su cacería que en la voz de su cuñada. Con ambas manos la intentó atrapar, pero solo consiguió darse un golpe en la cabeza, que la regresó a la realidad. —Ow...— Gimoteó y miró a Shionne. —Se escapó mi presa.

— Lyanna...— Le llamó por primera vez sin poder llamar su atención, Shionne suspiró y se acercó inclinandose hacia ella. — ¡Lyanna! — Le llamó con más fuerza provocando que la rana saltará a la cabeza de su cuñada-