—¿Tu amigo? —por un momento dudó, incluso pensó que realmente esperaba a alguien, pero tonto él quien tarde se dio cuenta de la situación. Se giró un poco al ver el otro asiento, ocupado por la figura delante de su acompañante—. Lo siento, mis disculpas —era como si realmente el hombre de bronce tuviese vida propia, para luego dirigirse hacia ella—. ¿Interrumpo una charla importante?

Apenas le escuchó, parpadeó rápido sacándola de sus pensamientos entreabriendo los labios para hablar pero, no lo hizo, solo sonrió casi soltando una risa. — Al fin.. — Lo miró sentarse frente a ella y cerró el libro a la par. — Bueno, le presento a mi amigo que casi se sienta en él. — Señaló la figura con la mirada.

—Parece como si la lectura no fuese tan interesante —comenta entre pasos, ligeros y que apenas hacen sonar la suela de su calzado—, o que te dejó pensando —Una vez asomó el rostro por encima para ver un poco, decide tomar asiento delante, en la silla aledaña—. Lindo psiquiatrico, ¿aquí vives? —un tono bromista no escatima para él, quien echa un ojo alrededor, pero pronto su vista se fija en torno a ella.