Alzó su vaso en señal de brindis, y tomó el resto del contenido, volviendo a llenarlo de igual forma que había hecho antes.

—¿Y cuéntame, cuál es tu propósito? No creo que hayas venido a mi solamente para ponernos al día.— El asunto con los demonios era imprevisto, nunca sabía qué podía esperar de ellos, podían tener las intenciones más egoístas e infantiles o por otro lado, las más malvadas.

Etuvo a punto de unirse a ella al recitar aquellos versículos pero lo único que provocó fue acrecentar la pereza que ya tenía, por lo que lo único que hizo fue voltear los ojos y esperar a que ella terminara aquel recitar. Aunque tenía que admitir que aquel acontecimiento había sido uno de sus favoritos.

Él por su parte se dedicó a servirse un tarro de cerveza estilo alemán y llenarlo con la respectiva bebida, cerveza oscura hata que el giste desbordara y el mismo rebalase por el costado. Dio un largo trago a su bebida bajando el nivel del líquido hasta la mitad, sintiendo los efectos en una moderada intensidad. — Nunca... especialmente tratandose de la bebida.

—...El encargado de la fiesta probó el agua que había sido convertida en vino, y se sorprendió, porque no sabía de dónde había salido ese vino. Pero los sirvientes sí lo sabían. Jesús hizo esta primera señal en Caná de Galilea. Así empezó a mostrar el gran poder que tenía, y sus discípulos creyeron en él.— Recitó de memoria, como si las palabras brotaran de labios de la mayor devota. Luego, soltó una suave risa, tomando un vaso y una botella de ginebra. —Supongo que los viejos trucos nunca pasan de moda.

Se sirvió, tanto que el alcohol desbordó el vaso. Así era ella, siempre deseaba más, incluso en los más simples asuntos. —Sin duda te has convertido en mi agente del caos favorito.— Dijo levantando aquél contenedor, y llevándolo a sus labios para beber la mitad de golpe.

— Eso es porque me da pereza en maquinar algo así como la mentira, aunque sería conveniente. — Dijo usando su meñique izquierdo para rascar el oído del mismo lado en una actitud despreocupada.

— Sería un desperdicio no aprovechar el reencuentro, por lo que elige tu favorito. — Respondió a la pregunta que a su vez, resonó el chasquido de sus dedos al invocar su poder para hacer aparecer una barra y distintas botellas.

—Hah. Al menos la sinceridad no te da pereza. Eso me gusta. ¿Y bien? ¿Vas a invitarme un trago al menos o debe una dama comprar sus propias bebidas?— Con burla habló, al preferir el hermoso género de la primera pecadora para manifestarse en el mundo mortal.

— Tuve que estudiar el diccionario para poder decirlo, pero no te equivocas.

—Difícil es deshacerse del yugo del Todopoderoso. En fin, que linda forma de decir que me extrañaste.

— Si, ya me di cuenta y pensar que soy el más perezoso... tardaste en aparecer.

—Es parte de mi encanto. Eso de hacer cosas que nadie se espera.

— Vaya, vaya... no esperaba encontrarte tan pronto.