OC ✦ Fantasía Urbana ✦ +18
About Me About Me NotesAbout Me
Lucifer era uno de los seres más hermosos de la corte celestial de Dios. Su inteligencia y belleza eran tales que el Creador Supremo lo convirtió en su favorito, o al menos en el más querido. Confiaba ciegamente en éste y lo puso muy cerca suyo. Este «portador de luz» -significado de su nombre, aunque también se le conoce Luzbel o Lucero– fue el primer ángel que Dios creó. Los ángeles tenían como objetivo «crear», ya que estaban dotados de razón, voluntad y belleza, así que una de sus misiones principales de esta corte era la de ayudar a su padre en la creación. De esta manera, Lucifer fue escogido para crear en la Tierra.
Al verse como ser omnipotente de una tierra árida, viciada y débil de espíritu, el arcángel comenzó a desear convertirse el único señor de la Tierra. No obstante, convino que la cooperación era demasiado complicada, por lo que urdió un plan para invadir el Reino de los Cielos. Durante miles de años posteriores, convenció a hordas de ángeles rebeldes para que se uniera a la causa. Pero cuando llegó el momento de invadir el Cielo, el arcángel Miguel se interpuso. Tras una dura y sangrienta batalla, Miguel -con la ayuda de Dios- consiguió derrotar al ángel traidor y a sus secuaces.
Derrotado, Lucifer tuvo que asumir una durísima sentencia: Dios le arrebató su rango, lo rebautizó como Satán, el Diablo (adversario), y lo envió al Infierno junto con los otros ángeles que se convirtieron en demonios. Además, lo sentenció a una perversión de su mente y barrió todo lo creado por éste en la Tierra. Esta primera guerra en el cielo no sería la última, ya que muchos ángeles continuaron (y continúan rebelándose contra su padre, el creador). Estos traidores reciben el nombre de «ángeles caídos»; aquéllos que prefieren unirse a las filas del ejército del Diablo en el inframundo.
Desde esta guerra celestial, el mundo ha estado sometido a la presión de Satán por apoderarse de él. Tiene la facultad de mostrarse como una criatura celestial, además de que en su momento intentó tentar al mismísimo hijo de Dios, Jesucristo. Lucifer, quien fuera la mano derecha del Ser Supremo, quién lo tenía todo a su alcance, prefirió dejarse llevar por la codicia y un ansia de poder que no conoce límites.
Casi nada queda de la personalidad del vessel que carga el espíritu del Ángel Caído más nombrado de todos los tiempos, la Estrella de la Mañana, quizás, lo único que comparten es esa hambre insaciable de conocerlo y experimentarlo todo, y un sentido del humor bastante macabro, Lucifer es un ser arrogante, soberbio, que conoce a la perfección sus capacidades y limitaciones, y las usa a su favor, es extremadamente honesto y confiado, ingenioso y con un carisma irresistible para la mayoría de seres humanos. Le gustan las fiestas, el sexo y la vida frívola que se desenvuelve en el codiciado reino de su Padre.
Ve a la humanidad como si fuera entretenimiento frágil y efímero para su diversión, a la par se maravilla de lo multifacéticos que los humanos pueden llegar a ser, y de la oscuridad que ocultan en sus corazones. Por supuesto, jamás obligaría a nadie a hacer algo malo, ni algo bueno. ¿No es acaso Dios el que gusta de obligar a otros a cumplir su voluntad? Pero eso no cambia el hecho de que le fascine tomar de la mano a esas pobres almas y abrir sus ojos a sus verdaderos deseos, esperando llevarse alguna sorpresa interesante que de un poco de júbilo a su alma inmortal. Nunca miente ni hace trampa, y si alguien le miente, lo pondrá de muy mal humor.
Lucifer es también muy cruel y bárbaro con quienes se interponen en su camino, ya pesar de sus pretensiones de ser la víctima, no tiene reparos en matar a cualquiera que lo haga, o que le resulte irritante.
Sin embargo, no odia a sus hermanos, ni a los siervos de su Padre, sabe que no es culpa de las ovejas sino del pastor y nunca dañaría a uno de ellos a menos que fuera necesario o que su propia seguridad estuviera en juego, manchar sus manos con la sangre de un ángel es quizás el único pecado con el que le pesaría cargar. Sin embargo repudia todo lo relacionado con Dios y sus preceptos, su manipulación y su egoísmo. Está seguro de que un día llegará su venganza y ese día, podrá ver a su Padre a la cara, y será Él quien suplicará.
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Lucifer encontró el vessel perfecto en esa joven marchita que buscaba desesperadamente algo a lo que aferrarse, algo verdadero, pues Dios nunca había escuchado sus plegarias... Se manifestó ante ella como un ser iluminado, hermoso... le ofreció todo, le ofreció ser una misma alma, y llevarla a los brazos de la muerte cuando fuera el momento sin dolor, ni tristeza a cambio de su cuerpo tangible. Le dio lo que su Padre le había negado, algo muy simple, pero quizás la posesión más valiosa que cualquier criatura, humana o no, podría añorar: la oportunidad de tomar una decisión, jamás fue intención de Lucifer obligarla, sabía que las cosas no funcionaban de ese modo. La elegida decidió vivir.
Al verse como ser omnipotente de una tierra árida, viciada y débil de espíritu, el arcángel comenzó a desear convertirse el único señor de la Tierra. No obstante, convino que la cooperación era demasiado complicada, por lo que urdió un plan para invadir el Reino de los Cielos. Durante miles de años posteriores, convenció a hordas de ángeles rebeldes para que se uniera a la causa. Pero cuando llegó el momento de invadir el Cielo, el arcángel Miguel se interpuso. Tras una dura y sangrienta batalla, Miguel -con la ayuda de Dios- consiguió derrotar al ángel traidor y a sus secuaces.
Derrotado, Lucifer tuvo que asumir una durísima sentencia: Dios le arrebató su rango, lo rebautizó como Satán, el Diablo (adversario), y lo envió al Infierno junto con los otros ángeles que se convirtieron en demonios. Además, lo sentenció a una perversión de su mente y barrió todo lo creado por éste en la Tierra. Esta primera guerra en el cielo no sería la última, ya que muchos ángeles continuaron (y continúan rebelándose contra su padre, el creador). Estos traidores reciben el nombre de «ángeles caídos»; aquéllos que prefieren unirse a las filas del ejército del Diablo en el inframundo.
Desde esta guerra celestial, el mundo ha estado sometido a la presión de Satán por apoderarse de él. Tiene la facultad de mostrarse como una criatura celestial, además de que en su momento intentó tentar al mismísimo hijo de Dios, Jesucristo. Lucifer, quien fuera la mano derecha del Ser Supremo, quién lo tenía todo a su alcance, prefirió dejarse llevar por la codicia y un ansia de poder que no conoce límites.
Casi nada queda de la personalidad del vessel que carga el espíritu del Ángel Caído más nombrado de todos los tiempos, la Estrella de la Mañana, quizás, lo único que comparten es esa hambre insaciable de conocerlo y experimentarlo todo, y un sentido del humor bastante macabro, Lucifer es un ser arrogante, soberbio, que conoce a la perfección sus capacidades y limitaciones, y las usa a su favor, es extremadamente honesto y confiado, ingenioso y con un carisma irresistible para la mayoría de seres humanos. Le gustan las fiestas, el sexo y la vida frívola que se desenvuelve en el codiciado reino de su Padre.
Ve a la humanidad como si fuera entretenimiento frágil y efímero para su diversión, a la par se maravilla de lo multifacéticos que los humanos pueden llegar a ser, y de la oscuridad que ocultan en sus corazones. Por supuesto, jamás obligaría a nadie a hacer algo malo, ni algo bueno. ¿No es acaso Dios el que gusta de obligar a otros a cumplir su voluntad? Pero eso no cambia el hecho de que le fascine tomar de la mano a esas pobres almas y abrir sus ojos a sus verdaderos deseos, esperando llevarse alguna sorpresa interesante que de un poco de júbilo a su alma inmortal. Nunca miente ni hace trampa, y si alguien le miente, lo pondrá de muy mal humor.
Lucifer es también muy cruel y bárbaro con quienes se interponen en su camino, ya pesar de sus pretensiones de ser la víctima, no tiene reparos en matar a cualquiera que lo haga, o que le resulte irritante.
Sin embargo, no odia a sus hermanos, ni a los siervos de su Padre, sabe que no es culpa de las ovejas sino del pastor y nunca dañaría a uno de ellos a menos que fuera necesario o que su propia seguridad estuviera en juego, manchar sus manos con la sangre de un ángel es quizás el único pecado con el que le pesaría cargar. Sin embargo repudia todo lo relacionado con Dios y sus preceptos, su manipulación y su egoísmo. Está seguro de que un día llegará su venganza y ese día, podrá ver a su Padre a la cara, y será Él quien suplicará.
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Lucifer encontró el vessel perfecto en esa joven marchita que buscaba desesperadamente algo a lo que aferrarse, algo verdadero, pues Dios nunca había escuchado sus plegarias... Se manifestó ante ella como un ser iluminado, hermoso... le ofreció todo, le ofreció ser una misma alma, y llevarla a los brazos de la muerte cuando fuera el momento sin dolor, ni tristeza a cambio de su cuerpo tangible. Le dio lo que su Padre le había negado, algo muy simple, pero quizás la posesión más valiosa que cualquier criatura, humana o no, podría añorar: la oportunidad de tomar una decisión, jamás fue intención de Lucifer obligarla, sabía que las cosas no funcionaban de ese modo. La elegida decidió vivir.