— Jamás bromeo con algo que digo en serio. Pero tienes razón. — El malvadisco que ella calentaba apenas pudo dorarse y tener un color amarillento, quería procurar no quemar lo aunque pronto lo sacó del juego en cuanto parece que este ya no faltaría mucho para quemarse. Claro que se ha sorprendido cuando este le ofreció aquel que ese peliazul hiz, sus ojos se ancharon y miró a los ojos a este. —... Eres muy malo asando estas al parecer. —Aun así soplo aquel dulce ya tostado y en cuanto lo dejo enfriarse un poco lo acepto con una mordida y degustó del mismo.

¿Enserio?, En ese caso, es una fortuna que este aquí, acampar es mucho más divertido con otras personas que estando solo. — sacó el malvádisco un tanto tostado, un tanto quemado. Luego en ligar de comerlo se lo ofreció a la chica, dejando suspendido el dulce muy cerca de sus labios —

Bueno, considerando que no tiene mucha compañía o con quien compartir cosas es normal, aunque le daba un poco de pena admitirlo, sin embargo tiene que ser sincera. — Sí, en serio. Y bueno lo de acabar lo he hecho en múltiples ocasiones pero.. No con alguien que estuviera a mi lado. — Sí bien hay una gran diferencia de acampar sola y hacerlo con otras personas.

¿Enserio?, para mi es la cuarta... o quinta creo. — respondió mientrás colocaba uno de ellos en la punta del palo y lo ponía a asar, solo que él si lo metía entre las flamas, consiguio que el pequeño dulce se convirtierá en una pequeña bola de fuego. — ¿Nunca haz acampado?.

Fue curioso ver como este de inmediato tenía pequeñas criaturas a su disposición incluso para hacer una alumbrada frente a ambos, pronto toma asiento para tomar con cuidado de aquella varilla y el malvadisco que tenía en la mano lo coloco y encajo sobre la punta de manera que no pudiera caerse, claro la acerca al fuego a una distancia considerable para que pudiera dorarse poquito a poquito. — Esto es algo nuevo para mí.. Es la primera vez que me invitan a comer algo dulce durante la noche. —

— Chasqueó los dedos y unos pequeños demonios crearón una fogata frente a ellos, el principé se sentó y sacó una bolsa de malvadiscos y un par de varillas para ponerlos al fuego. — Después de tí.

— Tomó la cobija para acercarse un poco mas a la carnerita, entonces le dejó en el abdomen un malvadisco. — Podemos hacer unos de estos si quierés, es lindo ver las estrellas con algo dulce de comer.

No pensó que alguien más le haría compañía hasta que pudo visualizar apenas con la luz de la luna aquella figura masculina quien parece haberse recostado al lado de la carnero, se limitó a reír por el comentario y claro que tenía algo en mente. — Es agradable su compañía también. —

— Llega con una cobija y se acuesta a su lado a ver las estrellas — Ahora estas menos sola (?)