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Escrupulosa, avizora y excesivamente agradable, así descrita por sus vecinos. Aficionada al olor a nuevo, a darse a las comodidades propias de hoteles de lujo y a las etiquetas sin despegar. Las señoras esposas que expresan sus cordialidades con los pequeños bizcochos y galletas no resultan en la satisfacción de la extraña, lo que genera esfuerzos innecesarios. Entregada a la contemplación, a ese arte de velarse con lo que medita y razona. Es, ante todo, una excelente oyente. Obsesiva con según qué temas, y toda una filósofa empedernida.

En alguna ocasión, las conversaciones desembocan en ese pensamiento:








Todo comenzó a darse en el curso correcto a los veintiocho. Tras años de papeleo, entrevistas y preparación en todo aspecto, se dio así el entrenamiento durante seis meses. Arduo espacio de trabajo, particularmente en la disciplina física y manejo de armas, aún con la previsión de haber estudiado las mejores salidas antes de todo. La fortaleza mental resultó endeble, y como la experiencia dicta en otras bocas, solo las situaciones límite otorgan el equilibrio perfecto. Seductor peligro del oficio.

Su destino se selló durante el famoso Enredo del deporte de reyes.