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— Tú tienes las cualidades que me gustan, no me importa tu pasado ni lo que ocultes.... Me gustas — Repitió con seguridad, las palabras de su madre parecían volver lentamente a su memoria; "Una emperatriz jamás se enamora, todo lo controla con frialdad, los hombres están hechos para caminar a nuestro lado, solo son objetos y están hechos para darnos un heredero nada más" . Ella se negaba por completo a seguir aquellas reglas, apretó sus manos con fuerza y se encamino hacia él.

— Mírame.... Mírame a los ojos y recházame como es debido.... Dime que no despierto nada en ti, dime que no sientes nada.... Y juro que buscare el hombre que dices, me casare con alguien de la elite, pero jamás seré feliz — Su mano tomo el mentón de este en espera de que le diera una respuesta, una de las más sinceras, si todo terminaba mal, estaría dispuesta a dejarlo en paz, ser la de siempre.
Langzi · 26-30, M
—Emperadora... —dijo lentamente mientras el nudo de la garganta se hacía cada vez más grande.

No podía, tampoco debía. Sus manos manchadas en sangre era algo inaceptable al lado de ella. No por gloria, no honorable, manos manchadas de forma vil y cobarde, entre la sombra cual rata nocturna.....
¿Pero cómo decirlo?
Yan Qing agachó la cabeza.

—Siento mucho este inconveniente, pues soy yo quién debe disculparse, pese que a usted no le importe esa clase de cosas me parece más apropiado que busque a su lado un hombre con mejores cualidades. Seguiré sirviéndole, he jurado eso —Alzó el rostro, uno casi inexpresivo, con mirada vacía—. Pero no soy la mejor opción para usted, mi señora.
— Noto la incomodidad que había nacido en el, solo pudo sonreír un poco a la vez que apretaba sus manos tal vez estaba siendo muy notoria, tomó distancia de este a la vez que caminaba unos cuantos pasos para después detenerse.

— No me interesa el rango, ni el estatus o si aquel ser nació en cuna de oro o pobre..... Solo no quiero incomodarte de alguna forma u otra lo puedo notar, Langzi..... Me gustas, siento si estos sentimientos te molestan, si es así, intentaré eliminar cada sensación y emoción que provocas en este ser.... — Una última sonrisa le brindo para después solicitar que le acompañe al salón allí le permitiría tocar y ella volvería a sus deberes de emperatriz.
Langzi · 26-30, M
Entonces miró al cielo, no había caso, ella parecía confiar en él. Tanto que lo incomodaba. Mientras la brisa les acariciaba el rostro las palabras de ella vinieron de una manera que sólo pudo interpretar como un abrazo, esa petición que pedía seguir ahí.
Excesiva confianza y lo que parecía dependencia eran de seguro las dos emociones que a Lang más le impactaban.

—Sí quiere que toque para usted, lo haré, mi emperadora. Podemos ir al salón con los instrumentos, sí es el caso que quiere que use uno en particular.
— ¿Hacer qué? — Se hizo la desentendida, sabía que debía guardar su compostura, pero el reencuentro con el azabache le había hecho sentir miles de emociones, misma que ella desconocía por completo, notó su propia mano sosteniendo la de este, sintió un leve calor acumularse en sus mejillas, aparto su mano con cuidado intentando que su vergüenza no se note.

— No vuelvas a desaparecer, entonces soy la primera y la única — Comentó con cierto orgullo, ella no dudo en cerrar sus ojos para poder disfrutar de la brisa que ahora acariciaba su rostro, dejo ir un nuevo suspiro para después mirar el cielo detenidamente, sus heridas aún no sanaban por completo y le sería imposible tomar su forma dragón por mucho tiempo.

— Pienso que deberías tocar algo de música para mi —Le pidió en voz baja.
Langzi · 26-30, M
—¿Cómo lo haces? —Inquirió un poco irrespetuoso esta vez—, comandas un imperio y te haces aliada de grandes naciones, pero no castigas a un sirviente que ha desobedecido. ¿No es esto condenado una posible traición que merece pena de muerte?

Ahora la intriga del azabache no podía ocultarse. Además que ese tacto tan afable lo sorprendieron, cosa que ella podría haber notado. Instintivamente dió un respingo al momento.

—Me alegra haber vuelto, mi señora, pero no he conocido un emperador como usted en mi vida.
— ¿Cuando hable de castigo? Pensé que te había dicho algo que pudo haberte incomodado pero me alegra infinitamente que no fuera así — La sonrisa que le brindo fue la más sincera que pudo otorgar, se sabía que ella no demostraba sus emociones a nadie, pero con su acompañante todo era realmente diferente.

— Mmh.... solo quería saber que has estado haciendo, y sinceramente me alegra que no fuera nada peligroso — Su mano se poso sobre la de este apretando la misma con suavidad,no dudo en dejar una leve caricia sobre el dorso de la misma.

— Bienvenido.... Lan....
Langzi · 26-30, M
—Te diré lo que puedo decir.

Fue lo único que dijo. Y sin más mantuvo silencio, volviéndose hacia el lago y recargando los brazos hacia el barandal de madera. Fueron los quince segundos más eternos hasta que el azabache hablara. Lento y con mucho cuidado como si evitara meter la pata;

—Estuve viajando en busca de información sobre naciones que no hayan sido partícipe de la alianza de Skaden. Parece que no hay intenciones de guerra, pero hay que asegurarse. -Sé que me fuí sin autorizar, aceptaré el castigo que imponga en base a mi desobediencia.


Declaró viéndola de soslayo, su total atención estaba en ella esperando a lo que respondería.
— Skaden tiene un futuro brillante de ahora en adelante, no tengo intenciones de conquistar otras tierras, mi país no necesita crecer más.... pero al saber que todo esta bien y mejora eso me da un poco de paz.... Más ahora que me muestras tu rostro después de tanto tiempo ¿Te escondias de mi ? — Cuestiono curiosa a la vez que apoyaba su mano en el barandal con tal de mantener el equilibrio, el pequeño riachuelo se dejaba escuchar de fondo, parecía darle una paz desconocida.

— Al menos, ¿Me responderás con sinceridad?
Langzi · 26-30, M
Al menos esta vez se había librado, pensó respirando profundamente. La posición que la emperatriz le había propuesto era demasiado llamativa para la asamblea de las estrellas del destino. Podrían aparecer enemigos de otras naciones dispuesto al ataque.
Por ahora todo estaría seguro.

—Es lo menos que puedo hacer, mi señora. Pero por suerte oí del general que su ejército había tenido un crecimiento adecuado para las líneas de defensa y que la guardia pese no haber informado ataques o intrusos, han sido reacios en vigilar. Skaden está en buenas manos, en sus manos.

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