—De sus brazos comenzaron a salir unas especies de espinas doradas que traspasaban su piel y lo hacían sangrar, en su rostro el enojo era notable, todos los presenten no sabían cómo reaccionar ante el enojo del emperador —

—¿Mi bebé?

—Cuando emprendió su viaje no sabía de esto y la rabia lo estaba consumiendo, todas estas emociones sólo le hacían culparse así mismo por lo que había pasado, lentamente comenzó a caminar hacia la cama donde estaba su esposa, mientras en su espalda también aparecieron púas de oro—

—Amor... Perdoname...

—El dragon se disculpo, si hubiera estado esto no habría pasado, sintió que su viaje en parte no valió de nada y le había salido demaciado caro ser tan despreocupado y confiar de más en su esposa, aun conteniendo su rabia le habló al médico ahora más calmado y dijo —

—Por favor dígame que tenemos que hacer para poder ayudar a mi esposa... Me duele lo de nuestro hijo pero ya no podemos hacer nada... Ahora solo por favor salven a mi mujer.