— No llores — Comentó sonriente a la vez que tomaba distancia de este, no dudo en comenzar a caminar hacia el altar, sabía que muchas cosas cambiarían a partir de ahora, pero también nuevas responsabilidades surgirían dentro de unos días, pero ella no quería pensar en nada, solo quería vivir el día a día sin tener que preocuparse como siempre lo hacía.

— Me alegra a ver salvado tu vida de aquella maldición, porque si no lo hubiera hecho, no estaríamos así — Fue lo último que dijo, en aquel momento solo podía mirar hacia el frente, se había esmerado por completo en que la ceremonia, los adornos y todo fuera perfecto, todo debía ser como ella lo había solicitado.