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Langzi · 26-30, M
Tras aquella afirmación el servant volvió a sonreír. No había interactuado mucho con la mujer, pero cargar con una entidad así no era agradable; estaba consciente del martirio que era controlar a un monstruo habitando en su interior, uno que a veces ganaba y provocaba sufrimiento en él.
Yan se mostró nervioso al sentir el agarre por parte de la fémina. Dio un respingo casi imposible de notar. No se le hacía común esa clase de acercamientos. Menos ahora.
–Eh, sí. La verdad es que me agradaría beber té –dijo algo más tranquilo–. Supongo que no está mal variar de bebida.
En eso advierte el rostro de ella, era nuevamente igual a antes. Podía controlarlo, eso era buena noticia. Quizá se preocupaba de más. Todo sería cosa del destino para comprobar las dudas.
Yan se mostró nervioso al sentir el agarre por parte de la fémina. Dio un respingo casi imposible de notar. No se le hacía común esa clase de acercamientos. Menos ahora.
–Eh, sí. La verdad es que me agradaría beber té –dijo algo más tranquilo–. Supongo que no está mal variar de bebida.
En eso advierte el rostro de ella, era nuevamente igual a antes. Podía controlarlo, eso era buena noticia. Quizá se preocupaba de más. Todo sería cosa del destino para comprobar las dudas.
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