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Langzi · 26-30, M
—Él esperará. Siempre lo ha hecho.

Volvió a la taza de té para dar un sorbo. Podía sentirse calmado al no ser hostigado con un bombardeo de preguntas o una prueba de lealtad para responder. Ella confiaba con cierta ceguera, eso podía ser una de las razones por las que había pactado con un demonio.

—Me iré. Debo averiguar si mi asamblea viene en camino.

Dijo para levantarse, dar una referencia e irse hacia la puerta principal. Rumbo las afueras del imperio para saber nuevas noticias de su grupo.
— Si tu lo consideras así, entonces no hay nada que decir y hablar pero espero contar con tus sabios consejos — Comentó con una sonrisa para poder mirar aquella taza con atención, sabía que aún debía conocer muchas cosas de este pero jamás le presionaria.

— Se que cuando lo necesite me ayudaras, por el momento no he decidió hacer nada hasta que todos estén de acuerdo y listos, espero que tu pueblo pueda esperar un poco más — Expresó con preocupación a la vez que su mano arreglaba sus cabellos por un instante.
Langzi · 26-30, M
—Podrá ser en otro momento. Además que he visto un espadachín interesante. No veo por qué pensar en tomarme como un líder de tropas cuando hay alguien con mejor habilidad.

Luego de eso tomó la tetera y se sirvió en la taza frente suyo. El té desprendía un humito que por un momento fue hasta él, podía sentir su calor y agradable olor. Sin pensarlo le dió un sorbo.

—Si hay otra cosa en que pueda ayudarle estaré encantado, emperatriz.
— Comprendo y respetaré tu decisión pero a la vez me gustaría saber la razón.... — Sabía que había algo que este le ocultaba pero a su vez no quería presionarlo ella creía y confiaba en el, siempre estaría dispuesta a escucharle para poder entender que ocultaba con tanto esmero, dejo aquella taza de té en frente de este para luego dejar ir un suspiro.

— No importa que ocultas.... Pero jamás dudes de mi, siempre podré entenderte, te tendí la mano y jamás la echaré atrás — Dijo con total seguridad para después dejar ir un suspiro necesitaba no pensar demasiado en nada, solo en intentar relajarse y dejar aquel tema para otro momento tomo la taza con calma acercando la misma a sus labios y así dar un sorbo.
Langzi · 26-30, M
El servant no dijo nada.
Había una razón por la que no había dado su respuesta esa vez; y era que un asesino jamás serviría liderando tropas de frente al enemigo. Yan lo sabía, aún si intentaba ocultarlo era alguien que se familiarizaba con las sombras, el sigilo y ataques rápidos. Mantuvo su cabeza gacha conforme fue ingresando al salón para luego sentarse cerca de la mesita.
Cruzó las piernas y las manos las colocó sobre sus rodillas sosteniendo parcialmente su peso.

—No creo que sea un cargo para mí... —murmuró.

Se mordió el labio inferior en busca de calmarse. Si decía sobre su categoría lo más seguro es que ella le aborrecería. ¿Un asesino pidiendo clemencia a una emperatriz? Se podría pensar en que mentía y que buscaba tanto infiltrarse como dañar a la líder de una nación.
De alguna manera, se sintió asustado de decir la verdad.
— El te siempre será un infusión que calma el ama y da una paz por un breve instante.... Siempre podemos intentar cambiar el licor por algo más cálido mi estimado, además... Aún no recibo respuesta — Comentó calmada a la vez que caminaba junto a este hacia el salón, allí ambos podrían beber el té con calma y disfrutar de la vista del jardín con aquel pequeño río.

— Hace mucho tiempo te pedí que fueras quién guiara a todos nuestros guerreros en la batalla a venir, pensé que darte un alto rango podría disipar las dudas de muchos.... — Comentó calmada a la vez que llegaban al salón no dudo en adentrarse primero para después invitarlo, miro a una de las mucamas para que esta les dejara a solas, mientras tomaba asiento en el suelo para tomar aquella tetera y servir el té en las tazas.

— Ven... No dudes en acercarte
Langzi · 26-30, M
Tras aquella afirmación el servant volvió a sonreír. No había interactuado mucho con la mujer, pero cargar con una entidad así no era agradable; estaba consciente del martirio que era controlar a un monstruo habitando en su interior, uno que a veces ganaba y provocaba sufrimiento en él.
Yan se mostró nervioso al sentir el agarre por parte de la fémina. Dio un respingo casi imposible de notar. No se le hacía común esa clase de acercamientos. Menos ahora.

–Eh, sí. La verdad es que me agradaría beber té –dijo algo más tranquilo–. Supongo que no está mal variar de bebida.

En eso advierte el rostro de ella, era nuevamente igual a antes. Podía controlarlo, eso era buena noticia. Quizá se preocupaba de más. Todo sería cosa del destino para comprobar las dudas.
— Me cuidaré — Dio una leve reverencia al varón en espera de darle calma y hacerle saber que ella cumpliría con sus palabras, no dejaría que aquel demonio la consumiera a pesar de necesitarlo a veces, en aquel instante supo que debía dejar ir esa apariencia por lo cual aquellas escamas comenzaron a desaparecer de su rostro y el color de sus ojos volvían a la normalidad.


— ¿Te gustaría ir a beber un té conmigo? — Invito con una sonrisa a la vez que rodeaba el brazo de este con suavidad.
Langzi · 26-30, M
—No deberíamos compartir lo mismo —sentenció severo—. Yo vivo entre las sombras, tú eres la imagen de un imperio.

Tras decir aquello se tomó del mentón. No sabía quién era esa entidad con la que ella había realizado un pacto, pero eso sólo era algo que lo incomodaba.
La miraba de pies a cabeza, tratando de descifrarlo.

—Dime que te cuidarás, su alteza.
— Sentir como este la tomaba del mentón notar como examinaba cada centímetro de su rostro le hizo dejar ir un suave suspiro, apenas una sonrisa se dejo ver, quería darle la seguridad de que ella estaría bien por el momento, fue cuando presto atención a sus palabras. — ¿La misma suerte? — Cuando iba a preguntar a que se refería fue cuando vio su mano aquello le dejo sin palabra alguna, no pudo evitar apretar sus labios con cierta preocupación, que incluso apretó sus propias manos con suavidad.

— ¿Tú quién eres? — Escucho aquella voz que pareció incomodarla un poco, solo pudo mirar a Yan, cuando este volvió a hablarle con su voz de siempre solo pudo percatarse de una cosa, dos presencias en un mismo cuerpo.

— Puede que lo haga o puede que no Yan, al parecer ambos cargamos con un destino

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