¡Aaaah, pero entonces tu pizza será individual! O terminaré comiéndome todo lo que dejes y... —Fingió una cara de enojo, incluso achinó la mirada, observándola como si la juzgara en silencio(?).— ¿Ese es tu plan? ¿Engordarme para que no salga con nadie más? ¿Es eso lo que quieres? —Hasta se tomó la libertad de despeinarla. Nathalie había tenido la suficiente paciencia para sacer de él un lago muy oculto.—

De pronto él soltó aquellas palabras así, sin más, haciéndola tomar ese color rojizo en sus mejillas que por ahora iban perfectas con ese vestido. Presionó sus labios entre sí un poco nerviosa hasta que terminó por añadir una broma suya. Rió suavemente y alzó los hombros. — Veamosle el lado bueno, voy a combinar perfecto con la salsa catsup que le voy a echar. — Rió divertida y animó más el paso al lado de él. — ¿Podemos pedir lasaña también? Por fis.

—El tacto tan suave y reconfortante de su mano lo ancló en el suelo unos segundos, volteó a verla y ya no pudo soportar tener las palabras atoradas.— Hoy, de entre todas las noches, te ves especialmente bonita. —¿Poético? Quizá, las personas correctas le evocaban las palabras adecuadas.— Ahora me siento mal de invitarte pizza. —Y claro, necesitaba equilibrar la situación con una broma o explotaría.—

¿Por qué sentía que estaba molesto? Esa expresión en su rostro y la forma tan cortante y seca en la que le hablaba... ¿Había hecho algo mal? — ¿Lesz? — Dijo al tiempo que le tomaba la mano y entrelazaban sus dedos. Comenzó a caminar un paso detrás de él mientras pensaba en cómo interrogarlo para sacarle lo que traía en mente. —

—Tenía algo en la garganta que ya no era un nudo, era la cuerda de una ahorca. Entró en silencio, pero apenas cruzó el umbral, no entró en realidad. Se quedó callado hasta que la vio salir con ese bonito vestido rojo. "Qué bonita está", pero no era adecuado... No debía, pero si ya la invitó a salir era porque el "hubiera" para sus frialdades no existía.

¡De verdad no sabía qué hacer! Quería agarrarse la cabeza y colapsar, no entendía qué pasaba con él, ella lo ponía mal, muy mal.— Es hora... —Casi gruñe, se atragantó con palabras que no pudo expresar, solo le extendió la mano, como si le dijera "ven". Se veía tan hermosa que, por primera vez en la vida, se sintió pequeño, invisible. Ella era luz y lo estaba consumiendo como el amanecer a la noche.—

Sus duchas siempre habían sido rápidas a no ser que tuviera que tomar alguna decisión,en esos casos podía tardar hasta horas y prefería hacerlo en la tina, de hecho. En fin, cuando sonó el toc toc en la puerta ella estaba buscando un vestido en el clóset, tenía la toalla envuelta en su cuerpo así que se sintió libre de decir. — ¡Pasa! — Tomó un vestido rojo de maternidad como todo lo demás que se ponía estos meses. — Ya casi estoy lista, ¿Es hora? — Salió del clóset y sonrió amablemente. Verlo ahí parado le causaba sensaciones que no eran claras, entre que quería saltarme encima y robarle otro beso porque sin duda era atractivo y por otro lado... Le daba miedo acercarse de más.

—¿Cómo debía interpretar su rostro? ¿Era una buena o mala señal? De cualquier forma no iba a dar un paso atrás. La dejó irse y él tuvo su propio tiempo para quedarse en el sofá, mirando uno de los ventanales. ¿Qué se supone que hizo? ¿Qué ganaba con eso?

En los últimos días había pensando que, con la llegada del bebé, sería una mejor idea llevarse bien, en un sentido no protocolario, si no, genuinamente bien, porque no quería que ese niño viera lo mismo que él, dos padres fríos que apenas y se dirigían la palabra, quería algo como lo que ella tenía, algo más colorido, más... Cálido. Pero le aterraba la idea de cruzar una línea con ella... ¡Todo era muy confuso! Se acercó a su habitación y tocó la puerta, sin ninguna excusa para el acercamiento.—

¿Se suponía que debía responder algo o con su cara anonadada era más que suficiente? Sin nada que se le viniera a la mente centró más el vaso en la mesa y se levantó con algo de esfuerzo de la silla. — Entonces iré a cambiarme... Y darme una ducha antes. — Sonrió con un poco de nerviosismo.

Últimamente se sentía con tantas emociones encima que... Ya no se sentía ella misma, algo estaba cambiando, quizá la constante influencia de Leszek. Fue hacia su habitación y abrió la llave del agua caliente para que empezara a tibiarse un poco mientras escogía su ropa y la dejaba lista sobre la cama. Por un momento se detuvo a mirar por la ventana, ojalá los ventanales pudieran abrirse, así podría respirar aquel aire húmedo que viajaba entre los árboles, seguramente eso le traería la tranquilidad que necesitaba.

—Chasqueó la lengua al darse cuenta que ahora la había hecho sentir contrariada... Las cosas con Nathalie eran muy duales, o le gritaba o se sentía culpable por decir algo malo, y ese era el punto, sentirse culpable cuando nunca antes se había detenido a preguntarse si sus palabras herían a alguien. De acuerdo, ahora no quería lastimarla.—

¿Te gus...? —¿Estaba a punto de hacer algo alocado? Sí, tragó saliva y juntó valor.— Vamos a salir a cenar juntos, tienes 20 minutos. —El gran Leszek Kraemer, heredero legítimo de los Westen se estaba sacando una cita debajo de la manga y ahora era víctima de su impulsividad, porque si se echaba para atrás, ella no lo perdonaría, no diría nada, pero no estaba listo para lidiar con sus ojos decepcionados.—

No dijo nada más y sólo se quedó mirando por un momento el agua. No solía ser desconfiada, ni tener sospechas de nada, pero la reciente insistencia de su compañero sobre la oscuridad que en algún momento iba a brotar de ella... Estaba comenzando a ser más que rara.

Cerró sus ojos un momento y negó para sus adentros agitando muy suavemente su rostro. Ya estaba sonando como su tía Samantha, aquella de los Südwesten que aunque no se creía superior a nadie tampoco confiaba ni en una mosca. — ¿Por qué no mejor me cuentas qué vamos a cenar?