Era pequeña, se sentía refugiada en sus brazos, gracias a que se había inclinado, paso sus manos por detrás de su nuca, y elevando el rostro, recargaría su frente en la contraria, rosando su nariz con la ajena, un beso tan tierno que pasaría desapercibido como tal — Quizá tome tiempo pero créeme que estaremos juntos... ¿lo sabes cierto? iría hasta el fin del mundo contigo.

Depositando un beso sobre su perfumado cabello, aprovechó que la tenía de frente para agacharse un poco y acurrucarse en ella. Y correspondiendo al abrazo, le susurró al oído.
—No tendrías por qué extrañarme si la próxima vez por fin vinieses conmigo. Pero ya verás que un día de estos así será, te esperaré todo el tiempo que haga falta.

Tu aroma no me hace extrañarte tanto cuando no estamos juntos —Llenaría sus mejillas con algo de aire cual puchero, mientras se giraba para abrazarle de frente pasando ambos brazos por detrás de su espalda, recargaría su rostro en su pecho y aspiraría aquel fresco aroma, un roció por la mañana, cálido, como los rayos del sol al amanecer.

Nunca lo habías dicho, pero, sí vamos a confesar este tipo de cosas... A mí también me encanta el olor que dejas en mi ropa, así que eres bienvenida cuando quieras. Tú ganas, yo gano, suena a un trato justo ¿no crees?