Sabía la existencia de espíritus, entidades e incluso deidades. Todos se describían en la infinidad de libros que sus padres tenían, en algún punto de su juventud pensó que eran solo fantasías pero ahora que veía el mundo se daba cuenta de cuan ignorante fue.
— ¿Y que nombre te dan aquí? — la miró sobre su hombro, caminaba con cautela, no estaba dispuesta a bajar la guardia solo porque conocía a Gaikos.