—Ah... aquí soy simplemente Sakura.— A diferencia de la joven humana, el espíritu sonreía confiada, aunque no podía saberse si en si misma o en esa chica que tan reservada actuaba, incluso al mencionarle a un confiable miembro de su compañía.

A menos que el mamífero no fuese taaaan confiable como había asegurado. Odió sentirse engañada, pero su expresión no cambió.

—Tranquila, no tienes que actuar tan a la defensiva, como te dije, pese a mi origen no soy rival para tu magia. ¿Qué crees que voy a hacer? ¿Cubrirte de pétalos hasta que mueras?— Sonó lo más inocente que pudo, y con un movimiento de su mano hizo que una ligera lluvia de pétalos rosas cayera sobre la cabeza de la joven.

Sabía la existencia de espíritus, entidades e incluso deidades. Todos se describían en la infinidad de libros que sus padres tenían, en algún punto de su juventud pensó que eran solo fantasías pero ahora que veía el mundo se daba cuenta de cuan ignorante fue.
— ¿Y que nombre te dan aquí? — la miró sobre su hombro, caminaba con cautela, no estaba dispuesta a bajar la guardia solo porque conocía a Gaikos.

Soltó una risa musical. —¡Entonces debería conocerla, suena adorable!— Si era cierto que trataría de cortejarla sería delicioso romperle el corazón. Continuó caminando junto a la maga, observándola con el interés de un niño que está ante el más curioso de los juguetes.

—Y respecto a tu pregunta... podría darte infinidad de respuestas, dependiendo en qué parte del mundo estés me dan distintos nombres. Digamos que, no pertenezco al mundo de los mortales, pero me han obligado a caminar entre ustedes. De hecho, por eso decidí seguir a tu querido amigo Warlock.

Liviet se detuvo por un momento, al mirar de reojo se percató de ese curioso rastro de flores mirando confundida. — ¿Qué eres?...— por fin sintió suficiente curiosidad pero ante su pregunta suspiró y atino a responder. — Cómo de este tamaño...— señaló con su mano a la altura de su cintura. — Es una elfa, lleva dos trenzas, usa un arco y... — hizo una pausa. — No, seguramente no la haz conocido o ya habría intentado cortejarte así que la recordarias porque es muy mala haciéndolo.

Se levantó y avanzó rápidamente para darle alcance, con ambas manos a la espalda, entrelazadas, y una expresión que presumía cierta inocencia se colocó para caminar a su costado. —Yo creo que no te he conocido del todo. Alguien con tanto poder no puede ser una persona tan simple.— Sus pupilas violeta ponían más atención a la joven que al camino, como si no necesitara tener cuidado, dejando flores de cerezo ahí donde sus pies daban un paso tras otro. —¿Hmm? ¿Kayley?

¿Por qué le seguían criaturas así?...¿Qué karma estaba pagando?. Respiro profundamente y relajó (o al menos intentó) sus hombros, la fuerza elemental que le rodeaba desapareció y solamente se dió la media vuelta para comenzar a caminar. — En ese caso ya me conociste. — rodó la mirada. — Busca a Kayley, quizás pueda entretenerte más que yo. —

Su astuta sonrisa pronto se convirtió en una risa musical. Hizo un grácil ademán con su mano, como si le indicara que se relajara. Le había parecido muy simpática. —Ya te lo he dicho, soy amiga de Gaikokujin.— Y volvió a su anterior posición. —Me ha dicho que está con un grupo peculiar y he venido a conocerlos. Tranquila, ni siquiera me atrevería a medir fuerzas con una maga de tu calibre ya que no tendría oportunidad. Como todos, solo busco sobrevivir.

Giró su cuerpo en dirección a la extraña mujer, su apariencia no era como cualquier otra que hubiese visto durante sus viajes. ¿Se trataría de un demonio?, ¿Un cambia formas dispuesto a robarle?. Ladeó su cabeza, extendió su mano hacia la figura que descansaba en la roca. — ¿Qué eres y que quieres? — amenazó creando nuevamente rayos alrededor de su mano. — No soy un espectáculo para los de su especie. Si quieres conocer mi poder, entonces no tendré piedad.—

—Oh, no, en ese caso no me prestes atención, soy solo una espectadora de las maravillas que puedes hacer.— Sentada sobre una roca, cruza una pierna sobre la otra, ladeando ligeramente el rostro, con interés en la hechicería que estuvo a punto de presenciar.

— Pensé que este lugar sería perfecto para estar sola...— Bajó su mano, tendría que practicar más tarde o en otro lugar gracias a la pequeña interrupción por parte de esa desconocida.