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Cuando toda la oscuridad cubrió el lugar, la joven noble, una pequeña niña apenas podía distinguir a lo lejos dos estelas rojas que se acercaban a gran velocidad. El estridente sonido de la carroza y el imponente golpear de los casquillos del caballo contra el suelo anticipaba el inevitable destino de la princesa Vorhen.
Cerró sus ojos, se abrazo a si misma encogiéndose en su propio lugar aguardando por aquello de lo que no podría jamás escapar.
— Liberenme.— Despertó con la vista de la fogata frente a ella, nuevamente se había quedado dormida para ser presa de sus pesadillas.
 
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LivietVorhen · 22-25, F
[...] El hambre de poder no puede ser saciada, no importa que suceda, cuánto más se tenga, más de desea. — Mi nacimiento tenía un solo propósito. — En el fuego se contaba una historia; una mujer sostenía a un bebé alzando su figura sobre las fauces de una criatura. — Sabes mejor que nadie que la magia tiene muchos matices...— suspiró, el fuego envolvió las figuras y Liviet bajó su mano. — Mis padres querían que siguiera sus pasos, envenenaron mi alma, me torturaron y dieron vida al odio. — miró de reojo al warlock y dejó escapar una risa llena de amargura. — No son pesadillas, es algo que consume lentamente mi cordura buscando desesperadamente salir. Lo siento, cuando duermo usa esos recuerdos para abrirse paso. — Llevo su diestra a su cabeza, presionando el puente de su nariz. — Huí porque no quería que 'eso' me consumiera... — Confesó, no sabía si había siquiera un poco de sentido en lo que estaba diciendo pero debía intentar.
LivietVorhen · 22-25, F
La noble escuchaba con atención a su compañero, pese al cansancio en ese momento pudo espabilar para captar todo lo que le fuera posible antes de tomar una decisión desesperada. Había ocultado muchos secretos a Gaikos, a Kayley...había sido egoísta y ahora ellos debían caminar tomando la mano de lo desconocido, de aquello que la acechaba, aquello que andaba en su alma deseando ser liberado. No eran pesadillas, eran las voces de las almas malditas, el mal karmico que sus padres habían engendrado en ella. Tomo una bocanada de aire, fue una manera de tomar valor, un poco de oxígeno para aminorar el tormento. — Te contaré todo, Gaikokujin...— apretó sus puños que descansaban sobre sus piernas, fijo la mirada en la fogata, después extendió su diestra haciendo que las llamas se agitaran mostrando la imagen de una figura monstruosa con sus garras extendiéndose hacia una mujer [...]
[...] las direcciones, en cada rincón de la oscuridad, pareció paranoico, temió a que algo escuchara su conversación, mas al continuar todo implicó la excedencia de tiempo. Tras suspirar aliviado volvió a hablar, ahora un poco más apresurado, pues lo que iba a mencionar estaba vedado de cualquier conocimiento digno:

— Los gusanos se retuercen en la cabeza, son los sueños engendrados por la debilidad del hombre, quién se deja arrastrar por el río de los cielos —eran las pesadillas ordinarias—. Los ciempiés devoran la carne de los miserables, el rencor incitador de atrocidades, penitencia de los castigados —eran las maldiciones—. Y están las puertas, umbrales hacia las estrellas, el regalo más preciado —¿se podía decir que eran sueños ya? Hasta ahí llegó la ciencia prohibida, una palabra más y las estrellas mirarían a ellos.

— ¿Qué me dices? ¿Tienes idea del origen de tus pesadillas? Forzar un sueño es algo radical, tal vez una poción sea mejor, pero no es una solución real.
Cuando ella dijo "todo" sus dedos no pudieron evitar desgarrar la corteza del tronco que fungió como asiento, quedaron marcados estos, instintivamente empleó mucha fuerza en su agarre, señal de genuino nerviosismo. Su sonrisa amigable se borró, al ella murmurar aquél cerró los ojos, más atento que en todas las aventuras antes vividas; le robó a Liviet casi un minuto de su vida y su tortuosa velada—. Sí, esta noche puedo decírtelo.

Erguido, extrañamente digno y con un mirar inhumano, se centró él en los celestes ojos de la noble; el saber prohibido emergió de sus labios:

— Un nuevo sueño no es distinto a un nuevo mundo, uno que cubrirá todos tus recuerdos y te encerrará aún despierta; no podrás controlarlo —explicó con preciso (aunque aparentemente enmarañado) detalle—. Es menester el saber la procedencia de tu martirio, pues de sueños nosotros hablamos de tres esferas.

Hasta entonces habló con frialdad, pero al ser extremadamente precavido sus ojos buscaron en todas [...]
LivietVorhen · 22-25, F
Escuchó con atención, las áreas grises en sus explicaciones eran algo típico en su compañero y por supuesto que pese al cansancio que la carcomía no quería caer en una terrible decisión consecuencia de su desesperación.
— ¿Cuál sería el precio a pagar?... dímelo todo. — Afilió la mirada, enderezó su postura luchando contra la fatiga que su cuerpo sentía, luchaba internamente contra sus demonios que no encontraba lugar para el descanso.
— Enséñame a controlarlos. — sabía que eventualmente tendría que hablar sobre eso o no podría avanzar afectando a sus amigos. — De otra manera quien sabe que más pueda pasar. — murmuró recordando aquel evento en el que Kayley por suerte pudo salvarla.
¿Era sorpresa que su expresión no cambiase, así como esa posición tan inofensiva? Cuando ella lo observó no recibió una mirada de vuelta, solo ese pálido semblante que se contentó con oír los secretos del fuego, esto era realmente malo para el resto, pero satisfactorio para él, demasiado—. Como no sé qué es lo que las causas no puedo asegurar eso, pero puedo ocultarlas detrás de otro sueño —primero bajó las manos hasta los lados de su asiento, luego fue que lentamente giró su cabeza a ella—. Esto será como partirte los dedos para salvar tu mano, podrás dormir en paz, aunque luego pagaras el precio por forzar tu descanso —fue sincero, pero extremadamente ambiguo respecto a las formas. Claro, iba a darle una explicación si lo quería, Liviet era instruida, entendería cualquier cosa que él pudiese decir, pero de no requerirlo solo actuaría. Se quedó viéndola en espera de una respuesta, una reacción al milagro que podía fabricar.
LivietVorhen · 22-25, F
Apretó sus labios y volvió la mirada hacia el fuego. — Puedes provocar pesadillas pero...¿Puedes hacer que se vayan?. — cansada cerró un poco sus ojos, en esas condiciones no sería capaz de apuntar o de hacer algo útil. — A este punto podría ponerlos en riesgo si continúo de esta manera. — Se sinceró con el, aquel en quien alguna vez expreso total desconfianza, ahora resultaba ser su única salida. —
LivietVorhen · 22-25, F
La noble acompaño al albino con una risa genuina, probablemente de todo el grupo Liviet era la que menos se permitía liberar esa clase de sentimientos, para ella no resultaba tan fácil como a los demás, nadie le había guiado ni enseñado como dejar fluir todo aquello que no fuera odio y rencor.
Resignada suspiró, se notó en la forma en la que sus hombros bajaron un poco y su cabeza se inclinó un poco. — No me molestas. — negó con su cabeza, una risa corta y de cierta manera amarga escapó de sus labios. — Gaikos... tu...— hizo una pequeña pausa, hablar sobre eso resultaba mas complicado de lo que parecía. — Tu eres experto en pesadillas, en malos sueños...— enderezó su postura y miró al warlock, estaba agotada y sabía que a ese punto sería solamente una carga para los demás. — Quisiera que se fueran, apenas cierro los ojos y todas esas imágenes están ahí.
Esa broma le robó una pequeña risa, era impropio de Liviet, pero que tuviese el valor de bromear le trasmitió algo de tranquilidad—. La última vez que Kayley me abrazó dormida casi me rompe el cuello, parece que instintivamente quiere matarme —agregó con una exagerada expresión de resignación, una sonrisa muerta con la cual remató el chiste. Tras reír una vez más, le mostró una sonrisa amistosa a su compañera, probablemente a quién más respetaba entre todas las del grupo— ¿Entonces estás bien?, ¿puedo quedarme aquí un rato sin que te esté molestando? —dirigió su mirada hacia la lumbre, se tentó a extender sus pálidas manos, aparentemente inconsciente de su mal sueño.
LivietVorhen · 22-25, F
Las ramas y las hojas no emitirían tanto ruido pero en el silencio de la noche en la que todos sus sentidos debían estar preparados, ese ruido fue una señal de alerta para la noble quien rápidamente se levantó tomando su arma pero al ver que se trataba del albino volvió a tomar asiento suspirando pesadamente. — No podría volver a dormir. — tomó una rama y movió un poco las que ya estaban en el fuego para evitar que se extinguiera. — He dormido lo suficiente así que podría hacer guardia un momento más si deseas ir a dormir con Kayley, seguramente extraña algo que abrazar. — bromeó, aunque pensándolo bien no se le daba mucho eso de hacer bromas.

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