Un James extrañado le regresó la mirada a Lily, juraba y volvía a jurar que no había sido él, ¿pero si no había sido él entonces quién? Un Slytherin, sí, era lo más probable; Lily siempre había sido molestada por las serpientes y justo en ese año aún más, si antes la fastidiaban por ser Gryffindor ahora lo hacían también por el estatus de su sangre.

Furiosa se levantó para entregar el pergamino al profesor y preguntar si podía retirarse, él le dió pie a que así fuera así que la pelirroja se apresuró a asomarse fuera del aula en busca de la túnica con detalles verdes, para su suerte no había muchas, si a caso dos o tres. Entonces fue que vio al prefecto y decidió dirigirse a él, no porque lo creyera directamente culpable sino para que como figura de autoridad en su casa hiciera lo posible por mantener a raya a sus compañeros rastreros.

— Disculpa. — Dijo apenas lo alcanzó. — Soy la prefecta de Gryffindor. ¿Podríamos hablar un minuto?