— Aquella noche fue como cualquiera, salvo que sus pesadillas eran más fuertes y no la soltaban. Esa oscuridad seguía intentando jalarla y ella no hacía más que luchar pero...¿y si se dejaba reclamar por ella? ¿Y si ya no luchaba? Entonces fue viento, humo y noche y se dejó ir después de años. La oscuridad era parte de ella y ella de la oscuridad. Algo susurraba y aclamaba su nombre.
— Su cuerpo estaba quieto, pero miles de murmullos y risas bajas hacían eco entre la oscuridad. Aquel humo seguía brotando de ella y se expandia por todo el lugar. Sus ojos brillaron con más fuerza, las venas en sus brazos y cuello resaltaron pero en color negro, como si dentro de ella solo hubiera una espesa ponzoña.
Sus ojos se ubicaron lentamente hacía su padre, sonrió con levedad y lentitud y la habitación se llenó en llamas negras que no consumían absolutamente nada. —
