➵ ... ¡! -Era notoria su cara de alivio, aun cuando se alejo sin decir más, ella se sintió incluso feliz por el cumplimiento de su promesa.-

➵ ¡G-gracias! -Mencionó antes de perder al azabache de vista. Aún que no estaba segura de que cosa agradecía exactamente, pero era su costumbre decir aquello cuando no sabía que más decir.-

— ... — Levantó el dedo índice con toda saña señalándola. Si le viera el rostro esa cara de decepción estaba de lujo, pese lo que es nunca ha roto una promesa; nunca.

— Tu ganas. Pero esto no se queda así. — Y dio pasos atrás ... ¿Retrocediendo? Si, estaba huyendo. Le habían ganado de la peor manera posible y eso hacia hervir su ego.

➵ P-pero... -Con la presión, miro a todos lados con claro susto, buscaba la respuesta o la salida más cercana, pero no encontrando ninguna solo le quedó adivinar.-

➵¿R-rojo sangre...? N-negro ¡Negro! Es ese ¿V-verdad? -Ya hasta las rodillas le temblaban, estaba a punto de caer al suelo pero alguna fuerza extraña la seguía manteniendo de pie.-

— Te daré un chance, si adivinas mi color favorito te dejaré con vida. — No era tan difícil de averiguar, ropas, calzado, cabellera y el artículo sobre su rostro tan obvio de definir y tan complicado de explicar.

— Tienes 10 segundos para adivinar. 10... 9... 8... — Y continuo despacio poniendo tensa esa situación tan aleatoria.

➵¿E-eeh? N-no... S-si... N-no se. -La duda era clara, temía dar una respuesta incorrecta sabiendo que podría matarla.-

➵ ¿M-me da una pista? -Fue una petición extraña a simple vista, pero la temerosa azabache sabía que aquella simple pregunta podría salvarla si le ayudaba con la respuesta correcta.-

— ... — Hubo un silencio incómodo, un aroma tan nostálgico hizo temblar su corazón pero de felicidad. — Ah... Me temes. ¿Verdad?.

➵¿Mat-?... Llevare diez. -Dibujo una sonrisa temblorosa en sus labios, ambas manos se alzaron para formar el número.- ¿S-se puede?

— Porque así sabré que no puedo matarte. ¡Es una ganga total.!

➵ ¿P-piedra? ¿Pará qué necesitaría eso?

— ¿Debería? Déjame pensarlo. — Llevo sus dedos al mentón, dos segundos fueron suficientes para responder: — Yo creo que no. —Le mostró el pulgar y volvió a reír pero con menos intensidad.— Ya se, ya se, como disculpa le daré una piedra autografiada.