LiYannian

Sabía que su actuar no fue el mejor y la mirada tajante de la mujer se lo confirmó. Sin embargo, tenía que hacerlo ya que “a la mala magia no se le reverencia”, y es mejor sacrificar la etiqueta a crear vínculos con esta; lazos invisibles que pueden acarrear desdicha y alimentar a las Tulpas o en este caso, la magia de muerte que le da “vida” a esa cabeza cercenada, he ahí, el porqué de la insistencia de Margot, la sanguijuela, para que siguiese con el protocolo señorial y así, robarle energía, al tratar con algo que no debería existir.

Suspiró profundo, quería explicarle todo aquello, pero quizá no era el momento. - ¿Recuerda que os hablé de alquinos clientes excéntricos? bueno, Margot es uno de ellos. - Tomó su saco y acompañó a la mujer en su andar. - Y su presencia aquí, la verdad, no activa mi curiosidad ni es motivo de sorpresa, ya que sé la razón, que no es más que fastidiarme y comprobar de que sí esté buscando su encargo.

Margot: - Quien mejor que yo para ser tu infierno personal, eh, Marquitos. - Como era de suponerse el sello fue roto y nuevamente la “muñeca” podía hablar. - Además, nuestra relación es sana, tu no confías en mí y yo no confío en ti, entonces te tengo que estar vigilando. - Ella los siguió pero se desvió hacia uno de los marineros en el cual tras acercarse giró en torno a él en espiral de abajo hacia arriba para detenerse a la altura de su cabeza. - Hola primor, ¿Sabes que tienes todo lo que me gusta en un hombre? - Su voz cambió a una supuestamente sensual.