† Fue grande su sorpresa al entrar al lugar y mirar a ambos de aquella forma, no podía reaccionar instantáneamente. Permaneció en silencio, sin reprochar ni decir nada al respecto. El crujir de su dentadura podría escucharse quedito a la distancia, casi imperceptible, casi invisible, como debería ser... sabía que no había lugar en aquella habitación.
Dejó caer la rosa que llevaba en las manos resguardada a su espalda, sólo deseaba agradecer a Mikasa lo mucho que se esforzaba por ayudarle, puesto que él lo sabía, pero era algo incontrolable el tratarle de forma tan seca y limitando sus sentimientos. Tragó saliva con dificultad y se marchó del lugar sin decir nada más.†