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Leona1582993 · 26-30, F
En ocasiones la seguridad de Diana daba espacio a ser un poco torpe, las palabras que ella pronunció lograron que una sonrisa se mantuviera en su rostro a la par que tomaba su escudo entendiendo que aquel encuentro estaba por terminar, dejó que ella se alejara antes de terminar por alistarse, la noche casi caía y era momento para volver con los solari.

─ Siempre lo ha sido Diana, siempre lo ha sido. ─

Corrigió aunque sabía que ella ya no escucharía, dando media vuelta ya con la espada y el escudo en sus manos dejando tras ella solo las huellas de su armadura en dirección a dónde las tropas le esperaban.
DianaLunari · 22-25, F
— Algún día.

Su rostro volvió a ser el de antes, reflejando insensibilidad y también la falta de otro sentimiento diferente a lo solitaria que era incluso para los suyos.

Prefería no despedir a Leona con un sentimiento de tristeza o derrota por ese destino que ambas tenían, su corazón estaba en paz gracias a las palabras que había escuchado... Eso era suficiente por ahora.

Libero su rostro lentamente y retrocedió hasta la distancia donde había dejado su arma, misma que libero de la tierra.

— Tu corazón es mío ahora... No lo olvides.

Y así se fue. Lejos de ese momento tan precioso pero tan efímero.
Leona1582993 · 26-30, F
Otro suspiro salió de sus labios y finalmente bajo sus manos soltándola, aún mantenía esa sonrisa
Leona1582993 · 26-30, F
─ No podemos gritarlo, pero el sol y la luna son parte del mismo ciclo. ─

Susurró suavemente, admitiendo aquella verdad que los suyos solían hacer de lado, no era algo poco común para ella el negarlo, los Lunari eran criminales para los suyos, herejes condenados a no ver la luz del sol y así, ¿cómo explicarles que ella, la luna era la luz que iluminaba al sol que tanto alababan?

─Algún día entenderán que no podemos existir una sin la otra. ─

No sabía si se refería a los aspectos o a las personas, pero su corazón se aceleró un poco al decir aquellas palabras, suspiró de vuelta, lento tratando de calmarse, ¿Cuántas veces más habría que cruzar su espada con la de Diana?, ¿cuántas veces más su escudo buscaría golpear a los suyos?, estaban destinadas al conflicto tanto como estaban destinadas a existir juntas?

─No deseo tener que soltarte, y tampoco quiero volver a atacarte, pero es imposible.─
DianaLunari · 22-25, F
— Pero también sé lo que siento... Y lo que sientes.

Ahora lo podía decir con seguridad, por breves momentos recibiendo con una sonrisa aquello que tanto anhelaba; no necesitaba tenerlo físicamente, sabía que no podía soñar tan alto.

— Está bien... No deseo que se lo grites al mundo... Solo a mi, si por una vez cada mil años puedo tener este tipo de cercanía contigo... Incluso si tengo que seguirte amando en silencio, lo haré. Solo dame esa promesa...
DianaLunari · 22-25, F
Una de sus manos sería la primera valiente en tomar los bordes del casco que protege y adorna la cabeza del aspecto del Sol, la segunda se habría de unir mientras el discurso de esta misma continuaba hasta que le sujeto con firmeza. No hubo ningún gesto violento, pero era una forma de asegurar que su frente podría unirse a su contraria. Ahí se quedó como modo de transmitirle un poco de seguridad.

No era la elegida de la luna, no era la guía de los Lunari, era solo Diana, entregando su corazón por completo a su amiga de la infancia, la única compañera que quería para todo lo que le quedaba en su recorrido por la vida.

— Lo sé, lo que somos ante todo el mundo, lo que debemos ser para nuestro pueblo...

Contuvo la respiración, cerro sus ojos y oprimió contra sus labios aquellos que tenía prohibidos siquiera de soñar. Por ese día quería romper todas las reglas escritas.
Leona1582993 · 26-30, F
de los suyos porque no podía ser solo uno de ellos, no era solo Leona, era el sol y ella era la luna, el complemento del aspecto así como Diana completaba el cuerpo que había elegido.
Leona1582993 · 26-30, F
No hubo una confirmación verbal, ni de la niña temerosa que fue ni de la valiente protectora de los solari, no pudo decir aquellas palabras y no por sentirlas sino por el miedo que de solo pronunciar algo en ese momento su corazón se volcara al punto de romperse, era el sol, el escudo de los solari, el aspecto que debía velar no solo por Targon si no por toda Runaterra entera, no podía permitir romperse, aunque fuera delante de ella.

─ Tu lo sabes, sabes como es que me siento, sabes también que estamos destinadas al conflicto eterno, mientras los tuyos no vean la luz…─

Dijo sin soltarla, abrazándola con mas fuerza sin poder contenerse, se sintió frágil, y no era digno de un aspecto, mucho menos del aspecto del sol, pero guardo silencio, no debía ni podía ser una niña ciega que solo repitiera las palabras de los suyos.

─ Y los solari continúen cegados por ella, estamos destinadas al conflicto a este ciclo infinito donde el sol y la luna se siguen de cerca. ─

Admitió los pe
DianaLunari · 22-25, F
Mentiría si dijera que no se le detuvo el corazón cuando la palabra tan agresiva fue escupida por la boca ajena, pero no por eso retrocedió, no huyó, quería cerrar ese ciclo de incertidumbre, si podían o no estar juntas, era el momento de escucharlo.

Apretó la mandíbula para recibir el golpe que sospechaba Leona quería darle, la amenaza en la armadura fue frenando su respiración y está no volvió incluso con el abrazo.
Se quedó en shock algunos segundos hasta que pudo envolverla también con todo lo que su fuerza contenida por los años podía. Se sentía completa por fin, como si le devolvieron esa parte de su vida que le hacía falta.

— Quiero estar segura... Solo eso quiero. Incluso si no puedo verte, quiero saber que miramos el mismo cielo... con el mismo sentimiento.
Leona1582993 · 26-30, F
Ahí estaba ese miedo de siempre, hacer a un lado todo lo que había sido enseñado, todos a los que debía proteger, su deber como guardiana de los solari o doblegar su orgullo, quería golpearla, eso era lo que deseaba de verdad, su puño derecho se cero haciendo que el sonido metálico de la armadura quedara claro, ¿por qué tenía que ponerla en esa situación?

─ Idiota. ─

No hablo el aspecto, hablo la niña, la joven compañera de juegos de Diana, la que aún tenía fe en ella, aunque su camino estuviera tan separado de si y a la vez tan unido que pareciera algo distante e imposible, y entonces levantó la mano pero no para dar el golpe que parte de su ser deseaba estampar en el perfecto rostro de la lunari.

─ Solo tú sabes cómo me siento─

Arremetió al pegarla en un abrazo que cerró con su segunda mano sin querer soltarla tampoco con valor suficiente para verle, estaba traicionando a todos, a todo y pese a eso era lo mejor que se había sentido desde la primera vez que volvió a verla

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