—Aun con la persecución sobre su cuello, existía la posibilidad de que amabas pudieran sonreírse la una a la otra, ¿por qué la vida era así de cruel entonces?
Si tan solo todo pudiera ser como antes, cuando le compartía sus mil dudas y ella estaba dispuesta a escucharla... Pero no, ahora, dar un paso en falso podía significar una perdida terrible para los suyos. Ya no estaban del mismo lado y aunque le dolía en lo más profundo de su alma, volvió a tomar con fuerza el borde de su arma.—
Sé dónde estoy.
—Se había arriesgado a verla a pesar de todo, no para que entrara en razón. Fue más bien... Uno de esos impulsos, como el que alguna vez le llevo a subir el monte targon.—
