Por eso, ella haría un último movimiento, cortando distancia como si fuera a atacar también... encontraría antes de marcharse la oportunidad de robar un beso de los labios ajenos. Un segundo tan efímero, pero tan necesario para ella, que cuando detuvo el acto para así emprender su carrera lejos de todo ese lío de polvo y piedras, una lágrima fue lo último que pudo brindarles para luego desaparecer junto a la oscuridad.

—Para ella todo pasó en cámara lenta. Desde que el escudo se puso al frente, hasta que hizo ese desplazamiento, todo apuntaba a que iba a pasar justo lo que llevaba tanto tiempo evitando.
Su cuerpo se rodeo de una luz y forma similar a la luna, solo con eso esperaba que cualquier impacto pudiera reducir el daño en su cuerpo. Cerró sus ojos poniendo su arma al frente, sin embargo... Cuando escucho el enorme estruendo de la montaña, no sintió ningún tipo de dolor ¿era ese el poder del sol? ¿destruir sin lastimar? No, imposible.

Cuando sus ojos volvieron a visualizar todo, la nube de polvo a lo lejos le hizo comprender enseguida... Que quizá en Leona aún había algo que podía reclamar para si misma.

Sabía que no tenía tiempo, los gritos de guerra de los Solari estaban cada vez más cerca, y muy probablemente el derrumbe llamaría a más.

Vete de aquí

─ No fue una orden, su voz sonó cálida esperando que ella entendiera que cuando los soldados encontraran el camino tras el derrumbe que ella había causado la atacarían y que entonces ella haría lo mismo sin dudar. la carga se detuvo delante de ella, la luna estaba condenada a vivir en las sombras donde la luz del sol no alcanzara a quemarla ─

Es lo mejor.

─ Sus palabras fueron cortas aunque el inicio de ellas provocó que su voz tambaleara un poco, dolía, pero aunque la Luna y el Sol siguen el mismo camino y se complementan están destinados a no encontrarse salvo en la oscuridad completa.

En el fondo aún tenia esa inseguridad y dudas, ¿era ella el aspecto del sol que su pueblo necesitaba?, lo era, repitió en su mente levantó orgullosa su rostro, sus ojos se mantuvieron en la figura de Diana y el sonido de las placas de su armadura se escuchó, sabía que venían, la luz del sol lo ve todo, podía escuchar a lo lejos la marcha de los soldados, de sus soldados.─

Ya es tarde Diana.

─ Sintió su corazón en su garganta al escuchar aquello, pero su terquedad la impulsó al frente levantando su escudo dispuesta a atacar, no era su plan dañarle pero tras su impulso la luz del sol bajó a sus espaldas causando un leve derrumbe en Targon, lo ultimo que las tropas solari vieron era a su aspecto lanzarse contra la hereje y no hab

—Aun con la persecución sobre su cuello, existía la posibilidad de que amabas pudieran sonreírse la una a la otra, ¿por qué la vida era así de cruel entonces?

Si tan solo todo pudiera ser como antes, cuando le compartía sus mil dudas y ella estaba dispuesta a escucharla... Pero no, ahora, dar un paso en falso podía significar una perdida terrible para los suyos. Ya no estaban del mismo lado y aunque le dolía en lo más profundo de su alma, volvió a tomar con fuerza el borde de su arma.—

Sé dónde estoy.

—Se había arriesgado a verla a pesar de todo, no para que entrara en razón. Fue más bien... Uno de esos impulsos, como el que alguna vez le llevo a subir el monte targon.—

Y sé que no volveré aquí.

¿Terquedad? ...

—El atrevimiento de la lunari causo que un sonido ligero escapara de la voz del aspecto del sol, era un inicio de una risa que ahogo en seco. No era una niña para dejarse llevar por los comentarios de Diana pero no podía obviar que era especial, que ella de entre todos podría haber causado una sonrisa en ella y que de igual manera el que ella le llamara terca era contradictorio.—

Se necesita una terca para identificar a otra

— Dijo sin acercarse, sus ojos se cerraron unos instantes, cuántas veces no habría peleado con ella como fuerzas opuestas, tantas que momentos tensos como este parecían dar algo de paz.—

Estás cerca de los Solari.

— advirtió entonces debido a que a lo lejos se veían las estructuras de la civilización de Targon, Diana debía saber que si ella se acercaba más ellos la atacarían y como aspecto del Sol su deber estaba con esa gente.—

—Esa afirmación le hizo frenarse en seco, quizá reaccionando a la realidad de que ambas competían por imponer sus ideas, se había acercado demasiado guiada por una memoria que posiblemente solo estaba grabada en su corazón.

Volvió a retroceder para evitar una disputa directa con Leona y miro hacia los lados para investigar si no había nadie más de los afanados Solari.

Una guerrera terca y orgullosa hasta el final ¿verdad?

─ Que ella se acercara le tomó por sorpresa, eran en verdad tan distintas e iguales que no sabía como reaccionar, su mente y la forma en la que fue criada era clara, atacar, defender a su pueblo y al sol ante todo, sin embargo no lo hizo, la pesada espada bajo enterrandose en el suelo pero no por ello bajo la guardia.─

Soy el aspecto del sol

─ Reclamó orgullosa, levantando la mirada, recordando que eso estaba sobre cualquier sentimiento o recuerdo de un pasado que a veces parecía distante, sin embargo no dijo más, no podía negar las palabras de Diana como tampoco podía olvidar.─

Eso no es así.

—El comentario le hizo sentir una opresión en su pecho, porque recordó todas las disputas guiadas gracias a esa opinión que no solo Leona creía ciegamente. Sin miedo, hizo que el filo de su arma se incrustara en el suelo apenas lo suficiente para que no dependiera de ella y siguió avanzando, aparentemente desprotegida.

El sol depende de la luna... tanto como alguna vez yo dependí de ti.

─ Guardo silencio, ¿cómo podía ir en contra de lo que le habían enseñado?, podria atacarla, terminar con la herejía en ese momento y aún así, al no haber nadie de su gente o de los seguidores de la luna presentes decidio que no lo haría, giró empuñando de igual manera su espada mas no levantándola, mostrando la firmeza de su convicción.─

No hay una luz real en la luna, sin el sol la noche no es mas que una oscuridad eterna.