Susurró contra el cuello ajeno, soplando su aliento contra la húmeda piel, volvió a besarle el arco del cuello usando solo sus labios. Por su parte sus manos se colaron bajo la ropa del pelirrojo y con cuidado comenzó a acariciarle la cintura.
— No voy a morderte... —comentó entre pequeños besos.— Solo dejame seguir así... —su nariz aspiraba el endulzante aroma del pelirrojo, podía oler la excitación que corría por las venas del más bajo y eso, deleitaba también sus sentidos.
-Fue por instinto, ante esas nuevas sensaciones y el miedo a lo desconocido, sus manos se bajaron rápidamente al pecho ajeno para imponer distancia una vez que fue atraído, sin embargo permitió la cercanía puesto que estaba disfrutando de ese recorrido en su cuello.-
No... Te dije que no. -Murmuró indeciso, a ese no sabía si caer ante los encantos de su compañero o seguir firme, hasta en su mente se le atravesó ese tonto pensamiento del "¿Qué puede ocurrir si bebe su sangre? ¿Se volverá un vampiro como él?".-
Inhaló profundamente, reconocía el aroma de la excitación mejor que nadie así que sonrió.
— Pero... No pareció disgustarte.
Sus manos se aferraron a la delgada cintura y le acercó por completo a él, juntando sus cuerpos de forma descarada. Los labios del azabache volvieron a buscar el blanco cuello del pelirojo y lo recorrió con la punta de su lengua dejando un húmedo camino a su paso.
— ¿Puedo hacerlo de nuevo?
Sabía que debía ir con cuidado, si bien el más bajo había reaccionado bien a él, no quería propasar los límites de aquella confianza.
-Desde luego, se mantuvo atento a los movimientos del mayor, expectante a lo que haría y si era capaz de dañarlo de alguna u otra manera. Ese era su pensamiento, por lo que se preparó para lo peor. Tragó pesadamente y cerró sus párpados a la espera de un dolor insoportable, pero, tras el paso de los segundos, solo un ligero gemido se escapó de entre sus labios. Era una sensación nueva, placentera y sobre todo extraña, a lo cual solo propinó un leve jalón de cabello por ese gusto repentino sobre su piel.-
No... No me dolió... -Respondió entre suspiros, con un ligero tinte rosado en sus mejillas y con una sorpresa bajo su pantalón.- No lo hagas de nuevo... fue raro.
Asintió con una enorme sonrisa en los labios. Era simplemente encantador. Aquel precioso pelirojo había logrado hechizarlo de una forma única y sabía que si bebía de él, se arriesgaba a perderlo, así que, aunque se desesperara por probarlo, iba a contenerse y seguir con el "juego" de las mordidas. Bajó el cintillo ya desabrochado y estiró la tela a un costado, acercó sus labios al blanco arco del cuello y abriendo la boca tuvo que retraer sus colmillos para dejar sobre este, una pequeña pero notoria mordida como lo habían estado haciendo en los brazos.
— . . .
Tragó grueso, inhaló su aroma y aunque estuvo a punto de romperse aquel fino hilo que sostenía su cordura, lo logró, se limitó a repasar el contorno de la mordida con la punta de su lengua para después incorporarse y sonreírle.
-La rápida cercanía bastó para que sus palabras le terminaran por convencer. En ese aspecto Leo era alguien muy comprensivo y fiel a sus palabras, puesto que era real que, ambos habían acordado jugar a las mordidas, aunque antes de bajar su mano, le miró fijamente por unos momentos, con un ligero tinte serio.-
Si haces algo tonto, te haré algo tonto. -Amenazó con esa vocecita adorable que tenía siempre al hablar y tras ello retiró su mano, cual se deslizó por detrás de su nuca para entrelazar las hebras ajenas entre sus dedos.- Estas advertido...
Reprochó en cuanto la negativa fue expuesta obligandolo a hacer, de forma casi inconsciente, un pequeño puchero, el cual desapareció al sentir los suaves y cálidos labiso ajenos sellar con un pequeño besos sus reproches.
— Sabes que no puedo negarme a nada que me pidas...
Tomó con ambas manos la cintura del más bajo y lo acercó de forma juguetona a él. Aun sus labios los cubrían aquellos delicados dedos, pero eso no le iba a impedir esbozar, sobre estos, una traviesa sonrisa.
— Solo será una pequeña mordidita... Vamos~ ¿No estabamos jugando a eso?
-El chico estaba esperando ese momento exacto en que el más alto se desesperara por morderlo. Tenía ciertas sospechas sobre la procedencia de sus colmillos y ese inusual apetito por la sangre. Aún no tomaba en serio sus palabras, sin embargo no se arriesgaría a ser mordido de más, así que posó su palma sobre los labios ajenos mientras esbozó una sonrisa de lado.-
Nop, no puedes. Te daré jugo de tomate si tienes sed. -Apartó su palma por unos momentos, solo para depositar un pequeño beso en la comisura de sus labios y nuevamente ocultó su boca.-
Observó como su dedo pulgar era marcado por una mordida más. Había sido bastante arriesgado jugar con el chico pelirrojo a "las mordidas" por el alto espíritu competitivo de éste.
— El jugar tanto me ha abierto el apetito... ¿Puedo?
Esbozó una pícara sonrisa mostrando sus afilados colmillos. Su mano izquierda llegó al pequeño cinturoncillo del cuello que cerraba aquella traslucida prenda. Quería desnudar su cuello esperando que el accediera a dejarle morder.
