Ni Lenore podía explicárselo. Quizá Héctor le recordaba a ella cuando era pequeña, pero disfrutaba de sus reacciones tan llenas de la inocencia que aun habitaba en su alma.
— Espero que sea de tu agrado. —

El camino, no fue para nada complicado de seguir. Y a todo guardia que llegaron a toparse, la pelirroja no tardó en exclamar hacia ellos ‘’ ¡Quítense! y si Carmilla pregunta, ¡ustedes no me han visto!’’ En ningún momento soltó la mano de Héctor, la cual sujetaba con firmeza, y a la vez con sumo cuidado.
El hecho de hacer algo que podría fastidiar a su hermana, más que asustarla, le llenaba de emoción. Podía imaginar perfectamente el llamado de atención que recibiría, el tono de voz de Carmilla, e incluso cómo se vería su rostro. ¿Pero qué más da? Estaba segura que podrían salir bien librados de esto.
Y fue así, en esa nube de pensamientos que, sin darse cuenta, llegaron a su objetivo. Antes de cruzar hacia el área dónde podrían vislumbrar el cielo nocturno, se giró, para ver a Héctor. Anhelaba desde el fondo de su ser ver la expresión que este mostraría. ¿Porqué?

<¿Eh? ¿De verdad lo haremos?> Sí, no pensaba llegar tan lejos. Vamos, que si Carmilla los encontraba la pasaría fatal, pero justo eso volvía más intrigante su pequeña travesura. Apenas fue tomado del brazo miro a ambos costados con cierto temor, pero no era un temor negativo, era una chispa de adrenalina, mientras imaginaba el cielo estrellado que le esperaba... y aún mejor, con la mejor persona que conocía en este vasto mundo para compartirla.

— Sí... creo. — Asintió con una sonrisa nerviosa mientras apenas podía llevar el ritmo de la vampiresa que con velocidad y elegancia se desplazaba por la torre. Era inevitable mostrar asombro, era imposible no verse emocionado; no por las estrellas siquiera, sino por una aventura a su lado.

No pudo evitar sonreír al escuchar aquella propuesta. Hasta ella podría meterse en problemas con algo así. Pero... quería intentarlo. Sonaba divertido. ¿Diversión en aquel castillo? Vaya situación tan extraña. ¿Porqué no arriesgarse? ¿Qué es lo peor que podría pasar?
— Me parece buena idea. De hecho, aprovechemos este momento. Carmilla tenia que salir del castillo para revisar unos asuntos importantes para sus planes. Tal vez tengamos el tiempo suficiente. —
Comentó a modo de secreto, cómo si de una traición en contra de su hermana se tratase. Pero era más cómo un juego infantil del que ahora se sentía cómplice. Le sujeto entonces por la mano, dispuesta a guiarlo por el castillo. Al menos los guardias no serían mayor inconveniente en su trayecto.
— ¿Listo para ver las estrellas conmigo? —
Le guiñó el ojo, en un gesto de travesura cual niña pequeña, antes de iniciar su camino hacia el ala del castillo que Héctor le había mencionado.

— Sobre eso... — El peliplateado se detuvo en seco y desvió la mirada con timidez. Sí, teníam muchas ganas de usar un telescopio, pero había una inquietud en específico. — Desde el ala este, más allá de donde Carmilla planea sus estrategias de guerra. Está el punto más alto del castillo... — Tomo un poco de aire Sí, parecía que estaba a putno de idear una travesaura.

— Incluso sin el telescopio. Es la mejor vista de todo el castillo pero... — Suspiró, sería mejor detener la charla ahí. Estaba pensando en una completa locura. — P-Podríamos tal vez, sólo tal vez. Aprovechar un momento en que Carmilla no esté para ver las estrellas. Sería un observatorio perfecto.

— ¿Las estrellas? Cierto. En los próximas días tendrás el telescopio que me pediste. Cuando este listo, ¿quieres ir a ver las estrellas conmigo? —
Comentó, con suma tranquilidad y naturalidad, cómo si no estuviera hablando con un humano retenido contra su voluntad en aquel lugar. Pero era justamente esa la realidad que Lenore se esforzaba por hacerle olvidar. Y muy en el fondo, no podía negar que era agradable pasar el rato con Héctor; a diferencia de sus hermanas, no se la pasaba hablando sólo de dominar la región y toda la violencia que eso implica. Estar con él era cómo un respiro.

—¿Qué son unos seres avaros que sólo piensan en saciar su sangre? Quizás no todos...— Mencionó con una mueca ladina. Claramente no le gustaba generalizar y era justo por Lenore y Drácula, por quienes pensaba que no eran sólo seres carentes emociones y de perpetúa ambición.

—Este Castillo tal vez no se mueva como el Drácula, pero tiene su encanto. Además es mucho más alto. Es más fácil ver las estrellas desde aquí. —Esto lo decía como un niño pequeño. No había nada que lo ilusionará más que ver las estrellas desde lo más alto de la torre.

— Entiendo que sea difícil cambiar la idea general que tengas sobre los vampiros. Pero, conociste a Dracula. Te consta que no todos son bestias sedientas y violentas. Y me incluyo en esa lista de los que sabemos comportar. —
Mientras Héctor se dedicaba a degustar aquella fruta, no pudo evitar observarle, prestando atención a cada detalle. Que criatura tan extraña. Un humano cualquiera no captaría así su atención. No. Debía ser sólo por su habilidad lo que le hacia resaltar del montón.
— Dentro del castillo aprenderás todo lo que desees. Yo puedo ayudarte. —

El forjador tomó entonces la manzana y la observó por unos instantes desde dónde la peliroja dio el bocado. Siempre fue un joven curioso; deseando conocer las ciencias, el arte, la vida misma y sus misterios. No podía evitar admitir que, una de las sensaciones que más apreciaba junto a la vampiresa era el "asombro" por un nuevo descubrimiento.

— Gracias. — Dijo entre un suspiro y dio un mordisco a la manzana, cerca de la zona que había mordido Lenore. Era extraño, como un beso indirecto que no fue. Incluso se ruborizo por unos instantes, ocutlando la mirada ante su bochorno. — Supongo que aun tengo mucho por aprender.

Pasó el bocado, y mientras sonreía, limpió la comisura de sus labios. — Ya te había dicho, ¿No? Nosotros también podemos comer como los humanos. ¿Gustas? — Dijo mientras le ofrecía lo que quedaba de su manzana.