18-21, M
Reservado.
About Me About Me NotesAbout Me
[code]La identidad verdadera del individuo que se nombra así mismo Elliot Bennett es Abaddon. En diversos escritos es mencionado como el Ángel Destructor o El Exterminador, como en los relatos bíblicos o aquel demonio que resguarda las puertas de la dimensión conocida como el Abismo o Averno.
Pero nunca fue así. En un principio era uno de los Ángeles con la más alta jerarquía entre los suyos como lo fue Lucifer en su momento. Ambos se tenían respeto el uno del otro, era una solida hermandad, compañeros de armas. La labor de Abaddon era la de parar el conflicto, llevar la justicia y la palabra del creador. No era una labor sencilla, menos cuando la obra del creador era en distintos mundos, distintas realidades y en donde un evento cambiaba por completo la historia. Abaddon era curioso de aquellos llamados humanos y de como estaban moldeando el mundo que se les dio, por un lado, los apreciaba, pero también sentía decepción. La duda terminó sembrándose en él, y empezaba a cuestionar misión encomendada por su creador, las cuales aumentaron con cada viaje que daba. Guerras, abusos, muerte. Y se preguntaba por qué seguían en un ciclo de destrucción que solo acabaría con la aniquilación de los mundos.
Y, aunque se mantenía firme; la estaca final vendría del que una vez fue su compañero y amigo. Lucifer, antes de escapar a los infiernos tuvieron una charla, que hizo poner en juego su Fe y creencias, lo cual termino con la fuga de este último. El tiempo paso y su ira detonó. No tolerando más el abuso, hizo sufrir a un enorme grupo de hombres y les hizo pagar por sus crímenes. Pero no pensaba llevarlos a la muerte, estaba demasiado lejos de ocurrir esa acción, inicio con ellos una larga sesión de tortura en cadena. Quemando sus entrañas por dentro, las hacia reventar, destrozaba cada órgano, desgarraba cada musculo hasta que los ruegos se transformaron en gritos incesantes de eterna agonía. En los oídos del ángel era la más placentera melodía que podía escuchar de los pobres condenados.
Entonces los cielos hicieron presencia para detener la retorcida obra del ángel que se había desviado del camino encomendado. Fue llevado a una audiencia con el mismo creador en persona. Abaddon reacciono arrogante ante él, sin una pisca de respeto. Gritando, reclamando la incapacidad de hacerle un alto a las acciones violentas de los humanos. Tal falta de educación junto con sus acciones anteriores lo llevaron a que comparta el mismo destino que sus víctimas; ser quemado vivo hasta sus entrañas y aun cuando intento protegerse, esas flamas quemaban su carne hasta chamuscarlo. Su hermoso ser se había ido por completo, y ahora era mas que una masa carbonizada hasta sus cimientos, mas, solo un órgano quedo sin recibir daño alguno de las quemaduras, su corazón que se mantenía latiendo y con vida.
Vivo pero inconsciente, fue llevado a lo que seria su celda dentro de la prisión que será el Averno. Introducido a una armadura blanca de adamantino, metal mítico que era usado para la forja de armaduras y armas exclusivas para el ejercito celestial. En una posición erguida y sostenido por incontables cadenas, el cuerpo del ángel rebelde se perdió en aquella dimensión oscura y pensaban que allí se quedaría para siempre. Abaddon no podía hablar ni moverse, estaba ciego y su sentido del oído completamente estropeado, pero podía percibir la presión de las cadenas que lo aprisionaban, el solo roce de la armadura con su cuerpo chamuscado lo llevaba al dolor mas terrible posible.
Paso el tiempo, y en cierto momento de su encarcelamiento, alguien se acercó. Una presencia familiar estaba al frente suyo. Era Lucifer, ¿qué quería aquí? ¿Cómo pudo entrar? Como si fuera dueño de aquella dimensión, las energías del averno no lo dañaban cuando empezaban a rodear su cuerpo, se mantenían mansas ante él y al objeto que tenia en sus manos. Solo existía tal objeto que pueda lograr tal hazaña: La llave del Abismo. Su nombre lo decía todo, podía dar acceso a esa tenebrosa realidad y aprisionar eternamente a los pobre desdichados. Entre otros usos, podía moldear las energías del abismo a su antojo para la creación de armas variadas, todo dependía de la imaginación del portador. Lucifer empezó a hablar, en un lenguaje desconocido y las cadenas que ejercían de carceleras en Abaddon se desvanecieron. El cuerpo de este empezó a recuperarse.
Recupero los sentidos, y el dolor se esfumo. Pero el estado de rabia y locura lo invadio. Basto unos cuantos susurros para volver a aprisionar al angel caido que iba contra Lucifer que se mostraba tranquilo ante tal amenaza que un angel caido en desgracia y colera.
—Hasta que tus sentidos esten bien, búscame. Ellos te llevaran hacia mi...Solo eres su maquina de guerra, pero y...Yo te entregare libertad.—
El angel rebelde partio a los infiernos y volvio a dejar a Abaddon encerrado en inconciente, y darle tiempo para que aquel estado de rabia y colera pueda disminuir y que este no sea un peligro que pueda poner en alerta al paraiso y ser capturados.
...En ampliacion...[/code]
Pero nunca fue así. En un principio era uno de los Ángeles con la más alta jerarquía entre los suyos como lo fue Lucifer en su momento. Ambos se tenían respeto el uno del otro, era una solida hermandad, compañeros de armas. La labor de Abaddon era la de parar el conflicto, llevar la justicia y la palabra del creador. No era una labor sencilla, menos cuando la obra del creador era en distintos mundos, distintas realidades y en donde un evento cambiaba por completo la historia. Abaddon era curioso de aquellos llamados humanos y de como estaban moldeando el mundo que se les dio, por un lado, los apreciaba, pero también sentía decepción. La duda terminó sembrándose en él, y empezaba a cuestionar misión encomendada por su creador, las cuales aumentaron con cada viaje que daba. Guerras, abusos, muerte. Y se preguntaba por qué seguían en un ciclo de destrucción que solo acabaría con la aniquilación de los mundos.
Y, aunque se mantenía firme; la estaca final vendría del que una vez fue su compañero y amigo. Lucifer, antes de escapar a los infiernos tuvieron una charla, que hizo poner en juego su Fe y creencias, lo cual termino con la fuga de este último. El tiempo paso y su ira detonó. No tolerando más el abuso, hizo sufrir a un enorme grupo de hombres y les hizo pagar por sus crímenes. Pero no pensaba llevarlos a la muerte, estaba demasiado lejos de ocurrir esa acción, inicio con ellos una larga sesión de tortura en cadena. Quemando sus entrañas por dentro, las hacia reventar, destrozaba cada órgano, desgarraba cada musculo hasta que los ruegos se transformaron en gritos incesantes de eterna agonía. En los oídos del ángel era la más placentera melodía que podía escuchar de los pobres condenados.
Entonces los cielos hicieron presencia para detener la retorcida obra del ángel que se había desviado del camino encomendado. Fue llevado a una audiencia con el mismo creador en persona. Abaddon reacciono arrogante ante él, sin una pisca de respeto. Gritando, reclamando la incapacidad de hacerle un alto a las acciones violentas de los humanos. Tal falta de educación junto con sus acciones anteriores lo llevaron a que comparta el mismo destino que sus víctimas; ser quemado vivo hasta sus entrañas y aun cuando intento protegerse, esas flamas quemaban su carne hasta chamuscarlo. Su hermoso ser se había ido por completo, y ahora era mas que una masa carbonizada hasta sus cimientos, mas, solo un órgano quedo sin recibir daño alguno de las quemaduras, su corazón que se mantenía latiendo y con vida.
Vivo pero inconsciente, fue llevado a lo que seria su celda dentro de la prisión que será el Averno. Introducido a una armadura blanca de adamantino, metal mítico que era usado para la forja de armaduras y armas exclusivas para el ejercito celestial. En una posición erguida y sostenido por incontables cadenas, el cuerpo del ángel rebelde se perdió en aquella dimensión oscura y pensaban que allí se quedaría para siempre. Abaddon no podía hablar ni moverse, estaba ciego y su sentido del oído completamente estropeado, pero podía percibir la presión de las cadenas que lo aprisionaban, el solo roce de la armadura con su cuerpo chamuscado lo llevaba al dolor mas terrible posible.
Paso el tiempo, y en cierto momento de su encarcelamiento, alguien se acercó. Una presencia familiar estaba al frente suyo. Era Lucifer, ¿qué quería aquí? ¿Cómo pudo entrar? Como si fuera dueño de aquella dimensión, las energías del averno no lo dañaban cuando empezaban a rodear su cuerpo, se mantenían mansas ante él y al objeto que tenia en sus manos. Solo existía tal objeto que pueda lograr tal hazaña: La llave del Abismo. Su nombre lo decía todo, podía dar acceso a esa tenebrosa realidad y aprisionar eternamente a los pobre desdichados. Entre otros usos, podía moldear las energías del abismo a su antojo para la creación de armas variadas, todo dependía de la imaginación del portador. Lucifer empezó a hablar, en un lenguaje desconocido y las cadenas que ejercían de carceleras en Abaddon se desvanecieron. El cuerpo de este empezó a recuperarse.
Recupero los sentidos, y el dolor se esfumo. Pero el estado de rabia y locura lo invadio. Basto unos cuantos susurros para volver a aprisionar al angel caido que iba contra Lucifer que se mostraba tranquilo ante tal amenaza que un angel caido en desgracia y colera.
—Hasta que tus sentidos esten bien, búscame. Ellos te llevaran hacia mi...Solo eres su maquina de guerra, pero y...Yo te entregare libertad.—
El angel rebelde partio a los infiernos y volvio a dejar a Abaddon encerrado en inconciente, y darle tiempo para que aquel estado de rabia y colera pueda disminuir y que este no sea un peligro que pueda poner en alerta al paraiso y ser capturados.
...En ampliacion...[/code]