Su pulso se aceleró y su pequeña figura tembló levemente cuando Nevan-sama la tomó de esa manera. Ella tenía que subir la mirada para poder alcanzar la del guerrero, pero esta vez le fue imposible debido al agarre y a la cercanía.
—¿E-eh?
Sorprendida, ocultó el rostro en el pecho de Nevan-sama y cerró los ojos hasta apretarlo con fuerza. Un toque gentil se extendió por la extremidad afelpada y por su espalda baja, haciendo que la alargada cola se moviera de lado a lado con ahínco. ¿Era así como se sentían los animales al ser mimados? Recordó aquella noche en la tienda de Nevan-sama y lo bien que se le había dado ser devota a él. Suspiró suavemente y subió poco a poco sus manos por los costados del hombre, abrazándolo de vuelta.
—Soy un zorro... Nevan-sama... ¿Te gusta que me vea así? En parte, hice esto para sorprenderte...
[code]Todo escaló tan rápido que ahora se encontraba envuelto en una afelpada frazada que le reconfortaba de manera tan extraña. El rubor en las mejillas de Lúnisse provocaron que Nevan se acercara aún más como respuesta, pero no sería únicamente eso. Ofreció ambas extremidades superiores para rodear la cadera femenina, afianzando un agarre idóneo para el momento al tomarla por la espalda baja; cerca del inicio de la cola.
— Entonces continúa disfrutando. —
Movió la diestra unos centímetros, ahora deslizando su frío tacto por la base de la afelpada extremidad hasta llegar a la mitad. Fue en ese preciso momento que notó el tamaño exagerado de esa cola, más no evitó que continuara recorriendo con sus falanges el acolchado pelaje.[/code]
La espadachina se removió en su sitio una vez las caricias se detuvieron. Estaba visiblemente afectada por ello y es que hacía unos días atrás había tenido una interacción con Nevan-sama que implicó un acercamiento mutuo, por lo que todo lo que implicaba un roce de su parte le causaba emoción.
—¡No! Quiero decir, Nevan-sama... Etto... Sigue, por favor.
No se dio cuenta de cuándo pasó pero su alargada cola había rodeado al guerrero como si quisiera aprisionarlo y no dejarlo ir. Al notar aquello la espadachina alzó las manos y negó con la cabeza avergonzada.
Cesó la atención que ofrecía como prueba ante la inmediata reacción que obtuvo de la espadachina. Parecía que era mucho más sensible, usando de referencia la ocasión que tocó la cornamenta que poseía originalmente.
— Probar. ¿Me detengo? —
Nevan no deseaba incordiar el agradable momento que estaba cruzando Lúnisse, así que retrajo el brazo como énfasis a la brumosa situación.
Una sensación cálida y agradable la invadió de pies a cabeza. Nevan-sama pocas veces sonreía, así que la pelirosa atesoraba cada momento en el que se le veía feliz; era producto del amor y la admiración su actuar al rededor de él: más calmada, más acorde a su corta edad.
Estaba tan embelesada que no se percató de las intenciones de Nevan-sama sino hasta que su oreja fue tocada y una sensación extraña la invadió.
—I...Ittai...
Sus mejillas se sonrojaron y su cola se agitó frenéticamente debido al gusto. Solía tener una sensación similar cuando le tocaban los cuernos, pero no era ni de cerca tan intensa como la que experimentaba en ese momento.
Entendía la situación en la que se encontraba Lúnisse, fue por ello que asintió y devolvió la mirada hacía el rostro femenino.
— Mis labios están sellados. —
Apoyó la idea e incentivó a que continuara disfrutando con una media sonrisa: una curvatura perfecta de complicidad. Más esa sonrisa se desvaneció cuando observó como se meneaba la cola, surgiéndole una simple reacción de extender el brazo derecho para tomar una de aquellas orejas que sustituían los cuernos habituales. Nevan fue cuidadoso y su tacto era suave, con movimientos espontáneos para ver que tipo de reacción causaba.
—¡Nevan-sama! Fue una niña del pueblo que dejamos atrás la que me contó sobre esta festividad. Mi padre no permitiría algo así en su pueblo. Que sea nuestro secreto, ¿sí?
La espadachina se llevó un dedo a los labios en señal de silencio y agitó suavemente la afelpada cola detrás de ella. Tenía control completo ya que el disfraz había sido dado a ella por medio de una poción.
— No creí que tu pueblo festejara una creencia pagana, Lúnisse. —
Se acercó a paso lento, totalmente meticuloso en observar como ese disfraz acentuaba cada facción de la espadachina; siendo evidente como la ámbar mirada se clavaba en esa esponjosa extremidad que caía por detrás.
