La sensatez y la cordura, hijas del temor y la costumbre, no han convencido a mi corazón con sus dulces palabras.
La prudencia es una puta vieja y flaca que baila, tentadora, delante de los ciegos.
Cautiva a los ancianos, comodidad, seduce a los cansados y a los enfermos.
Mi corazón sólo ama el riesgo. Jaime Sabines | Recuento de poemas