La sonrisa lobuna y perfida en los labios de Satán, seguía presente ¿Qué tanto le daba gracia al más oscuro y putrefacto ser? Simplemente era que estaban más podridos que él mismo. De golpe con ambas manos, cerro aquel pesado libro en otro idioma, al cual había prestado atención anteriormente. — Proclives a la decadencia, ya ni siquiera debo mover mis dedos; hombres débiles, mentirosos, infieles, celosos, envidiosos y más. Ya están sucios— Ronca y serena risa en medio de la nada, él sólo se dedicaba a jugar con tan miseras marioneta