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ˢᶤ ᴬᵍʳᵉᵍᵃˢ ᶜᵒᵐᵉᶰᵗᵃ ᵒ ˢᵉʳᵃ́ˢ ᴱˡᶤᵐᶤᶰᵃᵈᵒ
About Me
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[center][big]MEMORANDUM[/big][/center]
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[code]Los campos de trigo ondeaban sin cesar ante el impulso del aire, la fragancia de las caléndulas que se impregnaban en la cálida brisa se acompañaban de las aves cantando bajo el atardecer de la ciudadela de Jerash en uno de los basiliscos antes adornados con lujosos ornamentos; oro, oricalco, jade y en ocasiones perlas provenientes del mar en las costas de Jerash lo ornamentaban.

[center][b]— ¿Cuánto tiempo ha pasado desde la última vez? — [/b][/center]

3 años y 265 días habían pasado desde aquel instante en el que, aún con su difunta esposa Lucio Aurelio había observado por última vez aquel hermoso paisaje desde lo alto del Faro de Alejandria; una antigua pero bien preservada construcción que servía para dirigir a los navegantes que aparcaban en Jerash. Dentro de sus recuerdo oscilaban aquellas memorias de sus mejores días, su amada esposa y su hijo próximo a nacer, el futuro ideal que soñaría cualquier hombre; pero eso se había perdido para siempre desde hace mucho tiempo, todo lo que Lució había amado algún día había desaparecido por completo ya hace mucho tiempo; solo el recuerdo quedaba de ellos...

Año XXVIII A.C

[center][b]"— Mi nombre es Lucio Aurelio; general de las legiones de Namaus al norte de Mérida, servidor y leal al único emperador de la Atlántida Mexez Yerah I... —"[/b][/center]

Quien alguna vez fue conocido como el leal servidor y general de los ejércitos de la corona real de la Atlántida; ahora no era más que un traidor, un desertor del imperio, esposo de una mujer asesinada y alguien sin absolutamente nada. Lucio Aurelio sirvió a su imperio como nadie más, nació en los cálidos y ordinarios campos de cultivos de Jerash, un campesino que se había abierto paso desde lo más hondo de las posiciones del ejército hasta convertirse en la mano derecha del Emperador Mexez con quién combatió mano a mano en todos los frentes que pudieran ser conquistados a los alrededores y fronteras de la Atlántida; su valentía, sabiduría, calma, lealtad y audacia eran bien reconocidas entre todos los generales del ejército Atlante.

La estima del emperador hacia su persona fue tal, que en su lecho de muerte el emperador Mexez deseaba que el tomara su cargo como el sacro emperador de la Atlántida, está situación sin embargo no fue bien vista entre el senado y los aspirantes al trono del emperador quienes confabularon un plan para ocasionar la muerte del emperador Mexez. Esto rápidamente llegó a los oídos de Lució quien esperaba advertir a su Emperador, pero sobre todo al padre que nunca tuvo y que veía en Mexez, el plan que los senadores habían elaborado para tomar el poder del imperio; sin embargo era tarde.

Lucio fue emboscado aquella tormentosa noche anterior a la muerte del emperador; la tortura recibida en su cuerpo para hacer flaquear su espíritu fue intensa como las que más; sus uñas fueron arrancadas dedo por dedo, quemaduras alrededor de su cuerpo, más en específico en el área de sus abdomen y pectorales fueron otras formas de tortura, golpes, escupitajos y demás torturas fue las que Lucio debió soportar; pero su espíritu nunca flaqueo. Al menos así fue por varias semanas hasta que sucedió algo que lo destrozó por completó; fue llevado a rastras a los campos de Arles donde la fragancia de las jacarandas se desbordaban en sus fosas nasales, un dulce aroma a hogar, más su hogar no era lo que le esperaba en la cima de la montaña Arles donde encontró un rostro familia, un rostro muy conocido para el y al mismo tiempo el único rostro que jamás hubiera querido ver.

Lucio fue obligado arrodillarse mientras con los ojos llenos de lágrimas observó con lujo de detalle como su esposa no solo era violada brutalmente por los degenerados senadores mientras escuchaba los gritos de súplica de su mujer quien le pedía ayuda pero era imposible; por más que Lucio forcejeaba con fuerza y gritaba como si su vida dependiera de ello ante los viles actos cometidos a su esposa, la violencia llegó hasta el punto en que no solo fue la violación, si no que golpeada como si de un muñeco de trapo se tratara los senadores hicieron que Lucio viera con sus propios ojos como su mujer ahora era llevada a la hoguera; los horribles gritos y el cuerpo retorciéndose de su esposa mientras impotente solo podía observar con lágrimas cayendo de sus ojos hasta el fatídico final de la última bocanada de aire que su esposa pudo tomar; la muerte finalmente había llegado.

Sus captores al verlo sin un apicé de espíritu y quebrantado totalmente decidieron no solo no matarlo, si no dejarlo morir al pie de la montaña observando cómo el cuerpo sin vida de su esposa ardía con las llamas del fuego ante el atardecer como una forma de burla ante todo lo que amo Lucio; la tarde paso y con ella la noche llego junto con una torrencial lluvia, la cual apagó las fuertes llamas de aquel cuerpo que en su visión solo se suspendía con la fuerza del aire.

Con el paso de los días finalmente Lucio logro desatarse y con la debilidad de su cuerpo llegó con mucho esfuerzo al cuerpo de su esposa, las lágrimas salieron una vez más como un torrente; el llanto, las súplicas, las maldiciones, la impotencia, todo mientras en sus brazos tenía a su amada en la desolación del anochecer.

Pasaron cerca de 2 días hasta que con un funeral un tanto improvisado enterró a su esposa finalmente, las caléndulas, la flor favorita de su difunta mujer adornaron el sitio de su eterno reposo en el risco de la montaña que daba a una hermosa vista junto al mar, el sol del atardecer y el suave aroma de las flores; Lucio tomo entonces una espada que encontró por el lugar, se colocó frente a la tumba de su amada y juro venganza, juro venganza por todo lo que le quitaron; tomo algunas cosas en una pequeña bolsa hecha de cuero y sin mirar atrás avanzó el antiguo comandante Lucio, buscando venganza y sobretodo justicia...

[center]E D I T A N D O[/center][/code]

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