Si mirada se iluminó al instante. Texas conocía el peor lado de Lappland, sus tiempos en Siracusa sin duda las habían marcado pero ahora en tiempos tan difíciles solo podía tener en mente una cosa. "Sobrevivir". — ¿Que deseas que te firme? — le guiñó un ojo y sonrió ladina esperando por su respuesta.
Esa paz era extraña. Todo entre ellas desde hacía años era un caótico torbellino. Se sentía extraño... pero de cierta forma agradable. No detuvo las caricias, por el contrario uso las dos manos para darlas. Sonrió, a aquellos recuerdos que eran dolorosos pero preciados, y en momentos así volvían. —...¿Me darias tu autógrafo, Lappland?
No era común verla tan animada, se había acostumbrado demasiado a verla en cama, o cubierta de sangre después de una batalla y sedienta de más. Instintivamente acarició su oreja, dándole a aquél contacto un toque más íntimo. —Te hace feliz... ¿Verdad?
Cerró un ojo y sonrió mostrando sus caninos dejando escapar una risa infantil. — Es mejor que pasar el tiempo en cama. La doctora Kal'tsit y la doctora Silence dijeron que me hacía bien algo así, permitía que el medicamento hiciera un mejor efecto ya que no estaba en batalla abusando del uso de mis artes.
Porque está malcriándote, y si de por si eres una pesadilla, más con el jefe actuando como si fuese tu tío millonario. -Se acerca, alzando la mano para acomodarle el cabello, se le desordenaba aún más que cuando era largo.-
