Sus labios posaban con suavidad sobre la boquilla de Chénqíng, mientras sus dedos danzaron con la fluidez y el precioso sentimiento sobre los agujeros de la flauta. Todo en calma, siendo claro, fiel e incluso delicado. Justificado con ese anhelo de preservar por años lo que entre ambos habían estado cosechando, aun frente y en contra de muchos hasta de la misma muerte.

Su respirar formaba parte vital para que su corazón pudiera responder las preguntas de su amigo, compañero ¿habría alguna otra etiqueta la cual desconocía aun?

<<<Te escucho....Te siento...Pero aun no se como se le llama a nuestra obra... Lan Zhan..¿Tiene nombre? Dímelo, deseo saberlo...>>>

Sus dedos se movían con maestría sobre las cuerdas, casi como si flotaran y se fundieran con el instrumento; su alma parecía abandonar su cuerpo y fusionarse con la melodía conjunta, se volvían uno.

"¿Escuchas mi corazón?", pensó. Los dedos continuaban, como poseídos. "¿Me sientes? El corazón expresa mejor que las palabras... El corazón no miente."

La luna iluminó su blanca piel y su lustroso cabello. Con los ojos cerrados sentía que podía ver a su compañero, podía ver su alma, misma que reconoció tiempo atrás gracias a la música, exquisito lenguaje que al menos para él valía más que cualquier otro.

La luna cubría y alumbraba con belleza los rincones en los Resesos de las Nubes. A pesar de haber pasado el toque de queda un par de hombres expresaban sin temor a la sanción con tal de poder conectar uno con el otro... Un dueto único y a pasible que lograría domar a la mas fiera de las bestias, encontrarle palabras ocultas al diccionario, a ser mas cercano que el mismo roce carnal. Una sinergia improvisada esculpida por el único lenguaje que ambos podían cantar.