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Finalmente había llegado el día. La emperatriz había ocultado por un tiempo a la mayor parte de las personas su embarazo, sus razones eran para poder disfrutar de este pues con sus demás hijos no lo había disfrutado como tal. Por la mañana había tenido dolores que informaban que estaba entrando en labor de parto, así que de inmediato se trasladó a su laboratorio, donde sus asistentes androides estaban listos para recibir a los mellizos. Por parte de su esposo, fue informado por Nymeria, su Androide mano derecha.
 
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Al sentir a su esposo llegar, abrió lentamente los ojos y le miró fijamente sin decir palabra alguna, soportando ese fuerte dolor al cual, de cierta manera, se había acostumbrado y ya estaba más que curtida en ello. Esbozó una afable sonrisa, mientras hacía muecas de dolor y su rostro estaba empapado en sudor al igual que la mayor parte de su cuerpo.

Por su parte, solo tenía una bata blanca encima y estaba cubierta con una sábana blanca para evitar que su cuerpo quedara expuesto en algún movimiento.

Los androides iban y venían, preparando todo para el acontecimiento, trayendo y llevando cosas de un lado a otro, sin hacer nada de ruido, pues no querían molestar a la pareja. Más un androide se acercó a la emperatriz, levantó la sábana y miró entre sus piernas, hundiendo sus dedos en su intimidad para ver si ya había alcanzado la dilatación correcta.

— Falta poco — Mencionó la androide.
 
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