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Agarró la mano de su cónyugue y caminó con este por los hermosos jardines del castillo que pertenecía a él; con su telequinesis cerró la puerta y se hundió con él en el maravilloso lugar en el que ahora paseaban. En su otra mano aún llevaba la copa de vino y le dio un pequeño trago, disfrutando de su sabor mientras seguían avanzando por el jardín.

— Y mi hogar es a tu lado, entre tus brazos, en tu pecho, al ladito de tu corazón y de tu alma.

Se acercó a su amado y le dio un beso en la mejilla.

— El tercer obsequio está cerca de la puerta del castillo, espero que te agrade.
SaintGermain · 31-35, M
[...] había cooperado con ella.

Se acercó hasta estar a su lado. Mantenía aquella copa de vino en su mano, incluso había dado un largo sorbo para pasar la impresión de dicho regalo.

— Amor mío... mi hogar ahora es contigo, y donde séa que te encuentres, mi hogar siempre estará ahí.

Mencionó despegando su mirada del portal. Y era cierto, pues muchas veces consideraba aquel castillo un poco molesto al ser el único viviendo ahí, incluyendo algunos animales que conservaba.

— ¿Tercero y cuarto? Bueno, vamos entonces mi bella esposa, yo te guiaré por ese castillo.

Comenta mientras extiende su diestra hacia ella, haciendo la invitación de pasar a ver el interior de aquel castillo y descubrir aquellos regalos.
SaintGermain · 31-35, M
Replicó lo mismo que ella realizaba al momento de probar el vino. Era dulce, algo que realmente disfrutaba casi cada noche antes de dormir un poco, incluso esa dulzura en el licor era lo único que distraía la mente de Melde en sus días de fugitivo de la orden de Sabios; bebía hasta perderse en el sueño que inducía dicha bebida.

— ¿Segundo?

Enderezó su espalda en la expectativa tras escuchar repentinamente que habían más regalos. Al parecer ella no bromeaba y no lo decía en sentido figurado. Lentamente se levantó de su asiento al aproximarse con el mismo ritmo hasta aquella puerta. Impresionado por lo que mencionaba, aquel se acercó un poco más atónito, no por el jardín, que aunque era hermoso; sino por ese detalle que mencionaba... un portal.

Estuvo a punto de pregutar cómo había averiguado sobre su castillo, pues éste lo usaba como almacén y base de operaciones en cada misión asignada; sin embargo paró al recordar que aquel alquimista, Nicolás m seguro [
[...]

Giró la perilla de la puerta y al abrirla, al otro lado de la misma se veía un precioso jardín y frente a este un gran castillo que era iluminado por la luz de la luna.

— Este es un portal directo a tu castillo, cariño. Me tomé el atrevimiento de averiguar sobre ello y su ubicación, plantar esas flores y hacer ese jardín más hermoso para ti. Con este portal podrás ir fácilmente a tu hogar cuantas veces quieras, sin gastar un ápice de energía. Oh, y en tu castillo está el tercer y cuarto obsequio.
Tomó con suavidad y elegancia aquella copa, acercándola de inmediato a su nariz para olfatear un poco el aroma del vino, el cual era exquisito; posteriormente lo movió suavemente para que el contenido se moviera en círculos y así poder ver el cuerpo del mismo el cual parecía perfecto; y finalmente le dio un pequeño sorbo, sintiendo de primera instancia el sabor dulce de la uva y después el amargor del licor del mismo. Exhaló con suavidad y sonrió para su esposo.

— Está exquisito. Tiene un muy buen cuerpo, muy buen aroma y se disfruta bastante bien con ese ligero dulzor. ¡Me encanta!

Dio otro pequeño trago al vino y bajó lentamente sus piernas, poniéndose de pie de golpe. Caminó por la habitación hasta situarse frente a una gran puerta de madera oscura.

— Este es tu segundo regalo.

[...]
SaintGermain · 31-35, M
Poco le importó que ella subiese sus pies sobre su regazo, al contrario éste le recibió con gusto, e incluso había aprovechado para acariciar un poco las pantorrillas y muslos.

Por otra parte, éste esperaba que el vino fuese de su agrado ya que provenía de sus propia cosecha en el mundo humano. Abrió la botella sin mucho esfuerzo, sirviendo primero la copa que le entregaría a su cónyuge, y luego para él mismo.

— Bueno, podemos refrescarnos entonces mientras los regalos continúan.

Agregó en respuesta el varón acercándole la copa a ella, dejando la botella en una mesa de centro que se encontraba cerca de aquel sofá.
De nueva cuenta sonrió para su amado esposo al ver la reacción de este al recibir el regalo que con tanto esmero había hecho para él, aunque no del todo, el brazalete lo había mandado a hacer con uno de los aldeanos de Eirween, mientras que las piedras ella las había minado y tallado para darles esa preciosa forma; el diseño del brazalete era suyo y el grabado detrás era el detalle que ella misma escribió con su puño y letra, utilizando una pequeña máquina especial para ello.

Al ver la botella de vino dulce y las copas, sonrió a medio labio, recargándose en el sofá, subiendo de nueva cuenta sus piernas a este, quedando sus pies sobre las piernas de su amado esposo.

— Claro, la noche es joven y aún hay muchas cosas por hacer y celebrar, cariño. Y de hecho, aún los regalos no terminan. ~
SaintGermain · 31-35, M
[...] inscripción en el interior, la fecha de su boda. Un presente que sería de los más preciados, pues lo llevó hasta sus labios para besarle y colocárselo en su muñeca izquierda.

— Lo atesoraré siempre. Ah, todavía podemos celebrar...

Trató de responder a lo último, redirigiendo su mirada a ella. Aquel extendió su mano y con un poco de magia que había aprendido de leer algunos libros del castillo, pudo hacer aparecer una botella de vino tinto dulce y un par de copas.
SaintGermain · 31-35, M
Sabía que no podía competir demasiado por la abismal diferencia entre riquezas que ambos poseían, sin embargo, se las ingenió para él mismo crear un obsequio para ella. Aquel colgante, constaba de una fina cadena de plata, y la gema combinaba aquellos minerales, un minucioso trabajo que tuvo el joven para lograrlo sin alquimia o cualquier otra arte. Por un instante el pánico le había dominado por no sentirse tan habilidoso en la creación de joyería.

Desvió su mirada algo apenado con lo que su amada esposa había comenzado a dedicar, algo de rubor aparecía en su rostro, mientras que se remarcaba aquella apenada sonrisa.

— Siempre es una maravilla descubrir cosas de ti, aunque me alegra saber que no se alguien aburrido... O-Oye...

Por su parte, aquel decidió abrir ahora aquella caja e su parte, encontranose con aquella broma de las cajas de distintos tamaños hasta llegar a la más pequeña. Descubriendo aquel brazalete con la forma de las gemas y la [...]
Y por su parte, cuando él abriese su regalo, se encontraría con otra caja de un tamaño más pequeña que la primera y así sucesivamente hasta llegar a una pequeña cajita que, al abrirla se encontraría con un brazalete de plata con varios pequeños zafiros que hacían la inicial de "M" con ellos. Y en la parte interna del brazalete diría: Melde & Liannette. 30/12/21

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